Pompas fúnebres

Una mujer estuvo a punto de costarle la vida, se topó con un charlatán, que le haría una lipoescultura y le agrandaría los glúteos.

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La columna Viernes Cultural lee, mientras El Transcriptor se viste de luces:

La vanidad de una mujer estuvo a punto de costarle la vida, se topó con un charlatán, que le haría una lipoescultura y le agrandaría los glúteos. 


Todo fue chafa y derivó en una infección generalizada que la paciente contrajo en las nalgas.

El erotómano de su vida se anuda la corbata, y su querida de los viernes remata:

Al final, sufrió necrosis, es decir, se le murieron ambos glúteos.


Terrible, dice, pobrecita, pero “chiquitipollo”, ella fue la única culpable, y tú, ¿a dónde vas tan elegante?
El también prócer de los viernes, con su “flux” negro brillante, agarra su ramo de flores, e informa:

Iré a la funeraria, a las pompas fúnebres, a presentar mis respetos a las pompis recién fallecidas. 

¡Qué desgracia!


De nada… Saludos…

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