Prehistoria de la lengua

Muchas palabras del indoeuropeo llegaron directamente al latín y otras fueron tomadas de diferentes lenguas.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El latín, junto con el osco y el umbro, pertenece a la rama itálica del indoeuropeo, una lengua prehistórica hipotética hablada hace unos cuatro mil años. Unos dos mil años antes de Cristo, oleadas migratorias procedentes de una zona cercana al Mar Caspio o al Mar Negro llevaron su lengua hacia el este y hacia el oeste, alcanzando por un lado la Bretaña y la Hispania y, por el otro, la India, por lo que se los llamó indoeuropeos. 

En este largo periplo que duró varios siglos, los migrantes legaron su lengua, que fue cambiando a través de los siglos hasta que en cierto momento los habitantes de diferentes regiones ya no se entendían entre sí y ni siquiera tenían noción del parentesco entre sus idiomas. 

Los lingüistas dividieron las lenguas indoeuropeas —cuyas herederas corresponden hoy  al habla de la mitad de la humanidad— según el tratamiento de las guturales, considerado como línea divisoria de los hechos dialectales del tiempo prehistórico. La distinción se estableció de acuerdo con la pronunciación del número cien (centum), que es kentum en el primer grupo y satem en el segundo. 

Los latinos, que obviamente pertenecían al primer grupo, heredaron de los indoeuropeos el carácter sintético de su lengua, con un sistema de declinaciones nominales del cual perdieron, antes de la época clásica, el caso locativo. 

Muchas palabras del indoeuropeo llegaron directamente al latín y otras fueron tomadas de diferentes lenguas parientes. Así udero- (abdomen, vientre) dio lugar en latín a uterus (útero), pero también al griego hysterá (vientre). Análogamente, la raíz indoeuropea pod- (pie) dio lugar en latín a pes, pedis; en germánico a fot, que se transmitió al inglés antiguo hasta llegar al moderno foot; en francés a pied, en italiano a piede, en portugués a pé, y pie en español, etc. 

La palabra latina para rodilla, genus, proviene de la raíz indoeuropea genu-, que dio lugar en inglés a knee, pasando antes por el germánico knewam (knie en el alemán moderno). Esta raíz aparece también en el sánscrito janas y, a través del romance llega al francés genou, al italiano ginocchio y al portugués joelho. 

La raíz weid- (ver) por su parte, está presente en el griego eidon, en el sánscrito veda, en el germánico wir y en el latín video. En las lenguas modernas, los descendientes de esta raíz prehistórica sobreviven en el español y portugués ver, en el francés voir, en el italiano vedere y en el catalán veure.

Lo más leído

skeleton





skeleton