Presidente “zorro”

“Quien realice negocios ilícitos aprovechándose del cargo, automáticamente, se convierte en candidato a la cárcel”...

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Quien realice negocios ilícitos aprovechándose del cargo, automáticamente se convierte en candidato a la cárcel”. Ese fue el primer mensaje a su círculo cercano de colaboradores, e incluso sentenció: “Dentro de la constitución todo, fuera de la constitución nada”. 

Corría el año de 1958 y acababa de tomar posesión como  presidente del país don Adolfo Ruiz Cortines, jarocho de nacimiento, amante del danzón, la bohemia y el dominó, a pesar de haber rebasado los 70 años de edad, gozaba la política con un carácter jovial y discreto. 

En su administración racionalizó el gasto público y se percibió un ambiente de honestidad administrativa. 

Cuando aspiraba al poder, muchos “amigos” se alejaron al darle nula posibilidad de ser candidato y él se encargó de “calar la lealtad” al decirles que su única posibilidad era pasar a mejor vida,  lo que nunca imaginaron es que don Adolfo se refería, casualmente, a que sería presidente y los ilusos imaginaban que se refería a su muerte física, producto de su edad aventajada.

Presión a Ruiz Cortines 

Cuentan sus relatores más cercanos que en una ocasión, donde corrían tiempos en los que se acercaba el nombre de quien lo sustituiría en el poder, se acercó su gran amigo del alma, Gilberto Flores Muñoz, y en la soledad palaciega de la casa presidencial le dejó ver sus intenciones de sustituirlo en el cargo, lo cual con agrado escuchó Ruiz Cortines, y con un movimiento de cabeza positivo, respondió, aquel acuerdo silencioso. 

Es más, antes de retirarse Flores Muñoz, el presidente “zorro” le sugirió: “No lo comentes ni con tu esposa”. 

Pasaron las semanas con la prisa del tiempo hasta que una tarde soleada el presidente jugaba concentrado su acostumbrada partida de dominó, cuando Gilberto Flores Muñoz entró con la angustia reflejada en la desesperación de su rostro, y casi a gritos se plantó frente al jefe de la Nación: “Fito, Fito, me acabo de enterar por la prensa que el bueno es López Mateos”. 

Con la ficha de dominó en la mano y con una cara de sorpresa e incredulidad, le reviró Ruiz Cortines: “¡P..., ya nos jodieron!”. Ese día Gilberto Flores Muñoz supo que el único “gallo del presidente era y había sido el joven vasconcelista del Estado de México, Adolfo López Mateos.

Murió en la pobreza

Ruiz Cortines ha sido el único presidente de la República, de la época moderna, que se tenga memoria que murió en la pobreza. Su mayor afición consistía en crear rondas de dominó en la casa presidencial con sus más allegados, a quienes solía decir: “Soportaría hasta un golpe de estado, menos que me ahorquen la mula de seis”.

Fue un enemigo acérrimo de la corbata, la cual sustituyó por un moño a la altura del cuello. Como buen veracruzano, era extraordinario bailador de danzón y un fervoroso amante de la bohemia inspirada por sus paisanos “Toña la negra” y “El flaco de oro”, Agustín Lara. 

Otra anécdota en que se le recuerda es la de la visita de un amigo personal que, según él, le había invertido dinero a su campaña presidencial.

Lo fue a ver con la intención de cobrarle el favor y a manera de broma comenzó diciéndole: “Fito, te acepto el puesto que me quieras dar, hasta el de policía de tránsito”. 

Don Adolfo, con una serenidad apacible, le respondió: “Habérmelo dicho antes, hermano”.  Acto seguido, tomó el teléfono rojo y se comunicó con el gobernador de su natal Veracruz, al tiempo que le ordenaba: “Te va ir a ver fulano, ahí te encargo si tienes una plaza vacante en la policía de tránsito, se la des”, colgó el auricular y le remató: “Estás servido, hermano”. 

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