Profesores contra policías

Como el gatillero que se niega a desenfundar en el viejo oeste, tirando a loco al borracho provocador, este martes al mediodía la violencia se insinuó peligrosamente...

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Como el gatillero que se niega a desenfundar en el viejo oeste, tirando a loco al borracho provocador, este martes al mediodía la violencia se insinuó peligrosamente en los bajos de Palacio de Gobierno, donde un enjambre de profesores enardecidos jugó cuerpo a cuerpo al duelo de vencidas con desconcertados policías preventivos que nunca habían lidiado con un desafío tan complejo.

Porque bastó un empujón de más, una zancadilla o un escupitajo para desatar la batalla campal, sumando a miles de profesores que a pleno sol estaban dispersos frente a Palacio de Gobierno, aguardando el diálogo prometido para defender sus conquistas sindicales.

Los profesores se envalentonaron con su fuerza numérica, y por tener ante a ellos a policías con sus escudos que estaban bajo enorme tensión, mientras en el segundo piso un impasible General Carlos Bibiano Villa contemplaba la muchedumbre, ordenando a un fotógrafo que tomara fotos para su archivo personal, con el estilo de un Douglas MacArthur que no contempla el Mar Caribe, sino el infinito Pacífico repleto de japoneses.

Pero bajo los pies del General se desarrollaba un drama de pronóstico reservado, ya que los guardianes del orden eran exigidos al máximo por una muchedumbre que había pasado a la ofensiva, presionando y empujando una y otra vez, replegando a la barrera de menos de 30 elementos que hacían todo lo posible por conservar su posición.

Mientras el General Villa pedía otra foto al joven que no se cansaba de disparar, bajo sus plantas Gumersindo Jiménez Cuervo sudaba la gota gorda, apretado y batallando para contener a profesores envalentonados por los metros que conquistaban en el cuerpo a cuerpo.

El General Villa medita sus estrategias, tácticas fulminantes para vencer evitando la sangre, mientras abajo se libra una batalla hombre a hombre, profesor contra policía, precisamente en esos pasillos de Palacio de Gobierno donde hay escasas emociones.

Nunca estos dominios habían sido escenario de un choque a este nivel, involucrando a profesores que coquetearon con la violencia desatada por la CNTE y otros grupos de anarquistas, sin que la sangre llegase al río por ahora.

Y de pronto policías y profesores ponen fin a su duelo sudoroso. La estrategia del General Villa había surtido efecto, sin víctimas que lamentar en el amanecer del mes patrio. Este fue el balance de una jornada muy complicada, pero el ala más radical del magisterio –los del SNTE denunciaron que se trató de los del Siteqroo – no encontró gasolina a su paso.

Esperemos que la buena política envíe a los profesores a sus aulas para que los estudiantes no sean los únicos afectados con estas manifestaciones que provocan daños a terceros y que son una pesadilla en otros rumbos.

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