Prohibido leer

Paradójicamente se han censurado varios libros infantiles que hoy son referente cinematográfico y lecturas imprescindibles para niños y jóvenes, la lista es extensa.

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En el único librero de la casa de mi niñez había un libro voluminoso forrado con papel blanco que tenía en la portada escrito a mano el título “El fistol del diablo”, la verdad resultaba atrayente y misterioso para una niña curiosa.

Varias veces tuve la tentación de tomarlo, pero mi papá me prohibió leerlo porque no era una lectura apropiada para mi edad. Años después, en el bachillerato, supe que el autor era Manuel Payno, así que decidí tomarlo (sin permiso, claro) y leerlo.

Hasta hoy, sigue siendo uno de mis favoritos, todavía recuerdo el viaje maravilloso al México del siglo XIX, con sus tramas y sus intrigas, sus escenas cotidianas de una ciudad que yo aún no conocía. Así supe que a veces los papás censuran sin haber leído jamás el libro, el cual, por cierto, aún conservo. 

Tal vez sea poco creíble, pero a Mario Vargas Llosa en su niñez su mamá le prohibió leer los versos de Pablo Neruda y eso lo motivó, por supuesto, mucho más a leerlos;  lo prohibido se vuelve más atractivo e ineludiblemente caemos en las redes de su seducción; así el poeta chileno se convirtió en la lectura preferida del Premio Nobel de Literatura.

Paradójicamente se han censurado varios libros infantiles que hoy son referente cinematográfico y lecturas imprescindibles para niños y jóvenes, la lista es extensa, pero quién podría imaginar que en ella se encuentran “Peter Pan” y “El mago de Oz”, también “James y el durazno gigante” y  “Charlie y la fábrica de chocolate” del controversial Roald Dahl. Y hasta el mismísimo “Harry Potter” de J.K Rowling; en 2001 en una iglesia de Pennsylvania fueron quemados cientos de ejemplares. La lógica es, según Judy Blume: “Si a los niños les gusta tanto, debe haber algo de malo en ello” y se debe prohibir su lectura.

En los 90 un funcionario público popularizó entre los jóvenes mexicanos  la novela “Aura” con el escándalo mediático que propició al no considerarla una lectura apta para su hija adolescente. Más recientemente, Francisco Hinojosa ha comentado sobre cómo en varias escuelas se prohibió la lectura de su libro más leído “La peor señora del mundo”.

Afortunadamente esto ha cambiado y hoy es una lectura divertidísima que le encanta a los niños; al fin y al cabo, los que no lograron, en su momento, comprender estos libros del todo, fueron las mentes obtusas de los padres de familia y maestros, cuya única culpa es no leer antes de censurar o no leer con ojos de niños, cierto es que “un censor es casi siempre un mal lector”.

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