¡Que comience la fiesta!

Para cerrar con broche de oro, nos enteramos de que “Jacarandoso” no estará este año en la gran fiesta.

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Han comenzado las carnestolendas, las calles de Mérida se saturan de carteles publicitarios, el tráfico se vuelve lento y las patrullas empiezan a rondar los lugares donde se instalan los distintos “artefactos” para el gran evento.

Ayer cenaba con  amigos en Paseo de Montejo y nos quejábamos de lo complicado que se vuelve todo con el Carnaval. Que si la ciudad se vuelve una cantina gigante, que si es imposible cruzar la ciudad, y todos los argumentos que solemos decir los que no somos fanáticos de esta fiesta.

Llevo años sin asistir al Carnaval. Me acuerdo que de niña fui al paseo con mis hermanas y me asustó que te lanzaban huevos o te manchaban de azul. Por fortuna esas “salvajadas” ya no suceden ahora, a lo mucho veremos señores orinando al aire libre, haciendo piruetas y malabares para no caerse de borrachos, niños que son aplastados con tal de recibir un collar de plástico, y luego de recibirlo ver cómo se rompe a los jalones por la multitud, señoras que son capaces de iniciar una guerra con tal de tener una camiseta o un vaso de plástico, mujeres “Superiores” que bailan con poca ropa en carros alegóricos, la misma canción que se repite comparsa tras comparsa y la ciudad  “encarnavalizada” es decir: un basurero del dichoso paseo.

¿Y qué decir de los conductores –poch Televisa– que aumentan la contaminación auditiva con una sarta de tonterías y frases repetitivas que sólo exhiben su bajísima cultura? Para cerrar con broche de oro, nos enteramos de que “Jacarandoso” –quien solía asombrarnos con sus disfraces monumentales– no estará este año en la gran fiesta.

Sé que hay gente que disfruta el Carnaval, entiendo que no a todos nos gustan las mismas cosas ni vemos los eventos de la misma manera, pero creo que sí se puede mediar, establecer una visión generosa o menos sucia del Carnaval.

No hacer las mismas cosas año tras año por “tradición” o preguntarse en serio ¿cuál es la tradición verdadera? Sé que nos tachan de “amargaditos” a los que no encontramos divertido el Carnaval.

¿Será que nosotros podamos tachar de poco propositivos e inconscientes a los organizadores? Me cuentan que en Río Lagartos el Carnaval es diferente: la gente se reúne y construye los carros alegóricos y los disfraces.

Ante la imposibilidad de ir a cenar a Montejo en estos días, creo que me daré una vuelta por Río Lagartos, quiero ver si es verdad que cuando la gente se une a celebrar con una verdadera visión de fiesta, es capaz de llenar sus calles de tradición.

En momentos de desesperanza, viene perfecto llenarnos los ojos de belleza y no sólo de superficialidad y basura.

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