Qué dirán los que lo recapturaron

Con la fuga de El Chapo Guzmán, no sabemos cómo están los ánimos en la Armada. Por lo menos debe haber decepción.

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El 28 de febrero del año pasado escribimos en este espacio, a propósito de la captura, siete días antes, del ahora recién fugado Joaquín Guzmán Loera, El Chapo:

“Lo más seguro es que no los conozcamos. Ellos tampoco podrán presumir. Quizás ni a sus familias se lo confíen. Tal vez un reconocimiento muy privado del alto mando de Marina y, quizá, el saludo del presidente. Paradójicamente, los infantes de Marina que capturaron en Mazatlán a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, no verán un peso de los 30 millones que la PGR ofrecía, menos un dólar de los 5 millones que puso Estados Unidos por el narcotraficante más buscado del mundo.

“Por seguridad propia, su identidad será resguardada. Dudo incluso que sus nombres sean mencionados en las órdenes generales de las unidades y dependencias de la Marina para ser saludados con los honores de ordenanza, como se acostumbra en otros casos. Lo más seguro es un ascenso, una condecoración y… aunque suene a cliché, la satisfacción del deber cumplido, que no es menos, pues para los infantes esto es muy importante ya que se consideran, y lo son, un cuerpo de élite dentro de la Armada de México”.

Ahora, se ha duplicado la recompensa por la segunda recaptura de El Chapo, ya que la Marina lo recapturó luego de su escape del penal de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco, el 1 de mayo de 2011.

No sabemos cómo están los ánimos en la Armada. Por lo menos debe haber decepción, pues con la recaptura en Mazatlán, la Marina coronaba una serie éxitos en la lucha contra el narcotráfico: el abatimiento de Arturo Beltrán Leyva alias El Barbas (en Morelos); Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, y Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca (en Coahuila); y el arresto de El Z-40, Miguel Ángel Treviño Morales, en julio de 2013.

“Se le escapó”, quizás dirán quienes participaron en el operativo de ese día de febrero (y los previos) en un hotel del puerto del Pacífico mexicano cuando tuvieron acorralado a Guzmán Loera. Y quizás, solo quizás, podrán presumir de haberlo detenido, custodiado y entregado. Y vendrán las comparaciones, los comentarios… y la decepción de que los civiles no hayan evitado la segunda fuga del segundo penal de alta seguridad de un hombre que ha burlado a la ley, a la autoridad, al gobierno, a un país.

Según Gilberto Santa Rita Tamés, asesor en materia penal de la OEA y catedrático de la Universidad Iberoamericana, la fuga “pone en entredicho lo que en el derecho penal moderno se conoce como derecho penitenciario del enemigo, que son las medidas de seguridad extremas, en un penal de máxima seguridad que, conforme al versión oficial, no funcionaron”.

Anexo “1”

Fuga en Islas Marías

Expertos en sistema penal aseguran que la violación a los sistemas de seguridad del penal del Altiplano, pueden no constituir un nuevo castigo para Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, en caso de comprobarse que actuó sin cómplices y en su fuga no daño la estructura del penal del Altiplano.

Recuerdo que eso se decía respecto de los presos que intentaban evadirse del penal de Islas Marías. Nos tocó vivir el siguiente episodio. Una noche de 1976, como parte de la tripulación del guardacostas “Ponciano Arriaga” de la Armada de México, con base en Mazatlán, Sinaloa, zarpamos únicamente con la tripulación de guardia (una veintena de hombres) en busca de un grupo de internos que había escapado de la entonces colonia penal.

Al amanecer los avistamos. Eran tres y estaban a la deriva sobre una cámara de llanta, un palo por mástil y un trapo por vela. No habían avanzado hacia la costa. Al pegar en el costado de nuestro barco subieron a bordo. No hubo resistencia, más bien agradecimiento. Sólo llevaban una bolsa con galletas y otra con un poco de agua. Se les ofreció alimento y vestuario.

Fueron devueltos al penal, recuerdo que contentos por estar a salvo. Un oficial les preguntó si había valido la pena el intento. Uno de ellos contestó que sí, que la libertad vale eso y más, hasta la vida. 

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