¿Qué es para ti la cuaresma?

No es dejar de comer carne los viernes y cambiarlo por un sabroso cóctel de camarones o una langosta a las brasas.

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¿Qué es para ti la cuaresma? Y lo más importante, esta cuaresma, ¿estás buscando a Dios? Tenemos que entender que cuaresma no es dejar de comer carne los viernes y cambiarlo por un sabroso cóctel de camarones o una langosta a las brasas. Muchos católicos creen que es una época de vacaciones y de comer los viernes más rico que todo el año.

Pero la dieta de cuaresma consiste en no “comerse al prójimo” destrozando su honra con chismes y levantando falsos testimonios. Cuaresma es época de “arrepentirnos” de los pecados que hemos cometido, de nuestro egoísmo, de la falta de dar amor a nuestros semejantes y de no respetar al prójimo al no verlo como nuestro hermano en Cristo. Cuaresma es época de meditación, de reflexión y de perdón. 

Es ajustar nuestra vida y “creer en el evangelio” preparando nuestra vida diaria a los criterios, enseñanzas y ejemplos de Cristo.

Todo lo anterior nos pone una meta: esta cuaresma hay que ser buscadores de Dios, generadores del bien y estar siempre atentos a los llamados que Dios nos da. Sabemos de Dios, pero no convivimos con Él; todos tenemos sed de Dios, pero rara vez tomamos a Dios.

En esta cuaresma no somos congruentes, pues vivimos una religión de “cumplimiento”: cumplo y miento. Se nos olvida que Dios está en el que más nos necesita y no bastan buenas intenciones, el infierno está lleno de buenas intenciones que nunca se realizaron.

Para ser feliz no basta con querer serlo, hay que esforzarse para serlo, pues el mayor obstáculo para nuestra felicidad es pensar que ésta no se encuentra en nuestro destino. Ser congruente en esta cuaresma, y ser buscador de la felicidad, es ser buscador de Cristo. 

Porque Él siempre nos orienta, nos da luz, llena nuestra vida con su amor y su calor, es el camino, la verdad y la vida.

“La verdadera ceguera del hombre consiste en no poder ver hacia adentro, en lugar de ver hacia fuera”. Tenemos todo en nuestra vida para ser felices, pero no aprovechamos nada. Deseamos toda la felicidad del mundo y está a nuestro lado, pero somos ciegos al amor. Cristo nos invita esta cuaresma, a ser buscadores de Dios.

Llegó a mis manos esta oración bellísima de Florentino Ulibarri, y deseo compartirla contigo en esta cuaresma: 

“Pon tus manos sobre mí, Jesús, tus manos humanas, curtidas y traspasadas: comunícame tu fuerza y energía, tu anhelo y tu ternura, tu capacidad de servicio y de entrega. Pon tus manos sobre mí, Jesús, y abre en mi ser y vida surcos claros y ventanas ciertas para el Espíritu que vivifica: líbrame del miedo y de la tristeza, de la mediocridad y de la pereza. Pon tus manos sobre las mías, Jesús, que están sucias y perdidas; dales ese toque de gracia que necesitan: traspásalas, aunque se resistan, hasta que sepan dar y gastarse y hacerse reflejo claro de las tuyas. Déjame poner mis manos en las tuyas y sentir que somos hermanos, con heridas y llagas vivas y con manos libres, fuertes y tiernas, que abrazan”.

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