Rubén Darío Herrera fue el creador de numerosas jaranas compuestas para las vaquerías de los pueblos del estado de Yucatán  y para las revistas musicales del teatro regional yucateco, mismas que ejecutó al frente de su rumbosa Orquesta Maya.

En los años cuarenta vivió en su domicilio del Paseo de Montejo número 476, que también le servía de estudio y de oficina de contratos.

En esa década, aprovechaba las vacaciones de verano para viajar con su orquesta a la capital del país para hacer presentaciones en teatros de revistas y realizar nuevas grabaciones. 

En los años cincuenta fue director musical de la compañía teatral de Daniel Chino Herrera, para la que escribió la música de las grandes revistas estrenadas en el Teatro Fantasio, a partir de 1953, como Rosario de filigrana, De Kanasín a Pekín,  El casto Joseíto, El calendario de Reyes y Cuando giran las veletas, con libretos de Fernando Mediz Bolio, así como de Henequén a Rusia y Joseíto en el circo, con libretos de Álvaro Moreno. 

Fue director de Cultura Estética en los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo. En 1964, inició el rescate del folklore quintanarroense. De esa época es su canción Chetumaleña. 

Falleció en Mérida el lunes 28 de octubre de 1962 y fue sepultado con honores en el Panteón Florido. El 26 de diciembre de 1976, sus restos fueron trasladados al Monumento a los Creadores de la Canción Yucateca, en ceremonia oficial  amenizada por la Orquesta Típica Yukalpetén. 

Desde 1981, su retrato al óleo forma parte de la galería de compositores del Museo de la Canción Yucateca. Parte de su valiosa producción musical se preserva en el Centro de Investigación Musical “Gerónimo Baqueiro Fóster” de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. (Continuará).