Quién le teme a quién

Me dirán que hemos avanzado en el número de años, y esta aseveración es cierta, pero no como resultado de un mejor cuidado por parte de nosotros, sino como triunfo del avance tecnológico y de la ciencia médica. Por ello insistimos tanto en la prevención.

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Estamos en plena temporada de huracanes, y ante cualquier amenaza nos  embargan la zozobra, temor e incertidumbre y hablamos de la naturaleza implacable. Ante dolorosos hechos, me asalta la siguiente pregunta: ¿quién le teme a quien?

Para entender mi cuestionamiento les comento que cierta mañana, caminando en las tranquilas orillas del puerto de Celestún, me maravillaba conforme avanzaba del equilibrio  que guarda la naturaleza. El mar, las dunas con su exquisita y peculiar flora y sus aves y los peces, cada uno en su cada cual, transcurriendo afanosos y con singular respeto, luchando por mantener el statu quo. 

Pero, ¿qué sucede cuando la mano del hombre interviene en aras del progreso y la modernidad, sin respeto a la naturaleza  y a la sana y beneficiosa convivencia? Quitamos  arena de aquí, algunos manglares de allá, sin pensar que cada cosa está en el sitio perfecto para evitar que seamos víctimas de los imprevistos naturales. Pero, ¿quién les hace caso, cuando don Dinero y la corrupción deciden? Afortunadamente, aún podemos ver delfines, flamencos, pájaros de variadas especies migrando, manglares rojos y negros, sin faltar espacios protegidos para el crecimiento de corales.

Por eso me pregunto quién le teme a quién; verdaderamente la naturaleza nos teme a nosotros, el principal depredador de ese hábitat divino. Y luego le echamos la culpa a Dios de lo que sucede por el terremoto y huracán de allá y tsunami de acullá. Es el hombre el mayor enemigo del hombre, ya lo decía David Hume.

Ahora bien, si este escenario lo llevamos al terreno de la salud, te pregunto: ¿acaso no es el cuerpo humano una máquina perfecta que mantiene un sano equilibrio con su entorno y se traduce en ausencia de padecimientos? ¿Acaso no tú también, con la falta de cuidados, alimentos chatarra, tabaco, alcohol, drogas, falta de ejercicio y excesos eres el culpable de que tu integridad física se vea amenazada y como resultado final de esa insana y desequilibrada convivencia con la naturaleza te lleva a padecer enfermedades?

Me dirán que hemos avanzado en el número de años, y esta aseveración es cierta, pero no como resultado de un mejor cuidado por parte de nosotros, sino como triunfo del avance tecnológico y de la ciencia médica. Por ello insistimos tanto en la prevención.

Como colofón a mi columna digo: tal y como lo hice al hablar de la naturaleza implacable,  no le tengas miedo a sufrir cualquier dolencia, tenle miedo a lo que tú dejas de hacer por tu cuerpo. La enfermedad es el pago a tu descuido y poco respeto al ser vivo. Sano equilibrio entre el hombre y la naturaleza es el secreto.

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