¿Quién puede con Abuxapqui?

Con el paso de los días, acercándonos al arranque formal de la contienda electoral, las aguas se clarifican cuando se habla de los pretendientes a la silla municipal capitalina que en un descuido tendría que ser rescatada de una de tantas casas de empeño que aquí abundan.

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Con el paso de los días, acercándonos al arranque formal de la contienda electoral, las aguas se clarifican cuando se habla de los pretendientes a la silla municipal capitalina que en un descuido tendría que ser rescatada de una de tantas casas de empeño que aquí abundan.
 
Eduardo Espinosa Abuxapqui, presidente de la Gran Comisión del Congreso, puede ser la única opción en un escenario de oposición unida en torno a un candidato competitivo, algo que ha ocurrido tan sólo en los comicios de 2002, con Luis Gamero Barranco, y en 2008, con Mario Rivero Leal, ambos de Acción Nacional.
 
Fue precisamente Abuxapqui quien enfrentó a Luis Gamero, pero además batalló con Guilbert Canto Massa, postulando por el naciente partido Convergencia, que en ese período tuvo su mejor momento, con figuras como Jorge Polanco Zapata, Roberto Erales Jiménez y Manuel Valencia Cardín.
 
El líder del Congreso tuvo su mejor etapa política como alcalde capitalino, cortando de tajo una desastrosa racha de tres interinatos consecutivos. El último de ellos implicó el ascenso de Moisés Pacheco Briceño, un sujeto cuyo nombramiento ocurrió al calor del gobernador Joaquín Hendricks Díaz y cuya aceptación quedó demostrada con su fracaso en las urnas como candidato del PRI a diputado local en 2005.
 
Tan rechazado era Moisés Pacheco que hasta el panista Juan Carlos Pallares Bueno logró derrotarlo en esa elección en la que PAN y Convergencia formaron coalición para ir tomados de la mano.
 
Tales antecedentes nefastos fueron capitalizados por Espinosa Abuxapqui, quien en campaña había prometido ser un alcalde por tres años, promesa que en otras circunstancias no vendría al caso, ya que esto va implícito en una campaña.
 
Pero el ex diputado federal llegó, vio y venció en una coyuntura nada complicada para un político, lo que le permitió fortalecer su imagen hasta ser el alcalde capitalino que ha gozado los mejores niveles de aceptación.
 
De hecho, al abandonar la alcaldía tomó las riendas de la Secretaría de Gobierno, en el equipo de Félix González Canto. Posteriormente sería diputado federal, hasta ser el último chetumaleño que ha aspirado a la gubernatura.
 
El proceso de elección de candidato en el PRI tiene enorme importancia porque este es su feudo, y tendría que conjuntarse un cúmulo de desatinos en su cuartel y un listado de aciertos en la oposición para que la elección esté aquí en vilo.
 
Pero la fortaleza de Abuxapqui debe preocupar en serio a la clase política chetumaleña, más allá de lo que representa la silla municipal. Y es que desde 2005 el PRI no ha generado una figura con atractivo electoral en estos dominios, de ahí que el líder del Congreso desplace al resto de los aspirantes en su partido con un simple rumor que va tomando cuerpo.

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