¿Quién soy yo para juzgar a Jenni Rivera?

En el municipio de Iturbe, Nuevo León se ha planeado armar un sitio turístico en la zona donde se desplomó el avión de la cantante.

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El municipio de Iturbe, Nuevo León, ha tenido una excelente idea, de esas que solo pueden compararse con la ratificación de Chepo de la Torre y el casi nombramiento de Gustavo Madero como auténtico secretario de Energía de Peña Nieto, que se ha ratificado con el anuncio del PAN que planea abrir al mercado privado la industria eléctrica, incluyendo los carritos chocones. Allí han planeado armar un sitio turístico en la zona donde se desplomó el avión de la cantante Jenni Rivera; lo que era una zona pedregosa y lúgubre se puede convertir en un espacio para la recreación y la reflexión en cuatrimoto, pues a través de estos vehículos se puede llegar al lugar donde la familia Rivera colocó una cruz en recuerdo de la llamada Diva de la Banda.

Incluso en algunas ocasiones Lupillo Rivera se echará un trago con la clientela que compre más souvenirs.

Algo parecido a lo que ha instruido Peña Nieto al secretario Chuayffet que haga con los reconocimientos que ha tenido México por parte de la Unesco —que han de ser como ocho—, para que sean exhibidos en una vitrina cual trofeos de un equipo de panbol.

Así, siguiendo este ejemplo donde prevalece el sentido común y para nada la ambición monetaria, todo Michoacán pueda transformarse en una especie de Disneylandia para reconstruir el tejido social e impedir que aquello se convierta en la Siria de Tierra caliente. Allí donde los visitantes puedan saludar a La Tuta y aprender a organizar emboscadas involuntarias con los Caballeros Templarios; jugar a encontrar narcofosas, conocer las maravillas de la guardias comunitarias y hacer apuestas sobre cuándo le van a renovar la licencia a Fausto Vallejo al calor de las charandas y el baile de Los viejitos. Un esquema ganar-ganar para que el gobierno federal no pierda el tiempo copiando las estrategias calderónicas basadas en la mítica idea de escupir al cielo.

El espíritu de esta propuesta puede ser retomada por la Secretaría de Educación Pública, ahora que ya ha entregado los libros de texto gratuitos sobrepoblados de pifias gramaticales, al pedirle a los niños que se diviertan buscando los errores diseminados alegremente por sus páginas. Y al alumno que más rápido consiga reunir esos gazapos, se le podrá incluir en el programa emergente que Videgaray y Chayito Robles están generando ahora que se les multiplicaron exponencialmente los olvidados: Ayude un poco adoptando un pobre. Es lo bonito de México, un país desigual como no hay otro igual.

www.twitter.com/jairocalixto

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