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En el mundo, se equivocaron las predicciones respecto del Brexit, la paz en Colombia y ahora el planeta entero se asombró con la victoria de Donald Trump...

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Algunos acontecimientos recientes e importantes en el mundo han evidenciado con contundencia lo falible de una ciencia que antes parecía ser exacta: la ciencia de las predicciones.

Localmente, desde hace más de cuatro y medio años, atestiguamos cómo fallaron las encuestas que pronosticaban quién sería en ese entonces alcalde de la ciudad de Mérida. En el mundo, se equivocaron las predicciones respecto del Brexit, la paz en Colombia y ahora el planeta entero se asombró con la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. En el vecino estado de Quintana Roo nadie tampoco alcanzó a predecir el amplio margen con que ganaría la gubernatura el Lic. Carlos Joaquín e incluso la mayoría de las encuestas lo declaraba perdedor.

Estos sucesos han puesto a temblar a la industria de las predicciones, precisamente en un momento en que parecía agarrar un auge importante. Hoy ya no solamente con base en encuestas como se hacía antes, sino con base en muy complejos algoritmos matemáticos que utilizan datos de tus búsquedas en internet, tus publicaciones en redes sociales, a qué tipo de publicaciones les das “like” o con cuáles interactúas y de qué manera, mezclado con análisis psicológicos y conductuales y muchas otras variables, es posible brindarte el servicio de elegir por ti una pareja con altas probabilidades de ser la “ideal”, o es posible predecir con muy alta exactitud qué es lo siguiente que vas a comprar, en qué momento lo vas a hacer o incluso qué clase de estímulo necesitas para hacerlo. O también cuándo vas a viajar, a dónde y si será un viaje de placer o de negocios.

Afortunadamente para quienes se dedican a eso, al parecer las fallas se concentran exclusivamente en eventos de índole política o algunos de carácter económico y financiero, pero con un alto componente político, como fue el caso del Brexit. Como quiera que sea, mucha gente se está preguntando cuál será el motivo que impide ver con anticipación y con claridad esas realidades, o más bien qué les hace ver una realidad, que luego resulta ser diferente a la que mostraba su bola de cristal.

Y resulta paradójico e irónico que algunos de los expertos en el tema estén llegando a la conclusión de que las personas que votan están cansadas, hartas y enojadas de tal manera con el hecho de no ver realidades en el trabajo de los políticos, que eso les hace falsear u ocultar la realidad de su intención de voto.

Deberían reflexionar acerca de esto quienes pretenden convencer a los votantes en las elecciones que se avecinan en 2018. Debería de haber menos fotos de la firma de un “convenio de colaboración”, y más canastas repletas de los frutos de ese convenio. Menos atractivos videos o animaciones con la presentación de un “Plan Maestro de X cosa” y más beneficios tangibles de una verdadera y correcta aplicación de dicho plan. Menos ruido y más nueces. Más realidades, ¿No crees?

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