Reconociéndonos y afirmándonos
Siempre podemos amarnos a nosotros mism@s tratándonos de manera amorosa y cálida aprendiendo a ser “nuestro mejor amig@”.
No aceptes la definición de tu vida por lo que te dicen los demás. Defínete a ti mismo.- Harvey Fienstein, escritor norteamericano
Solemos considerar el “derecho a la vida” como algo obvio y evidente. Sin embargo, es importante reflexionar, ¿acepto que tengo derecho a vivir?, ¿quiero vivir?, ¿quiero vivir bien? Si nuestra respuesta consciente es un ¡Sí!, lo menos que podemos hacer es evitar perjudicar o degradar ese lapso de tiempo que llamamos “nuestra vida”.
Se pueden reforzar diariamente convicciones como el “derecho a existir” responsabilizándonos de nuestra integridad; buscando y encontrando las mejores opciones físicas, mentales, emocionales y espirituales.
Colaborando en la “empresa” (la más importante) que nos ha regalado el Creador. Esto contribuye a una sana autoestima que no es creerse perfect@ o mejor que los demás, ni compararnos con otros y mucho menos entrar en competencia con ellos ni a rebajarlos sino a ser conscientes de nuestro propio ser logrando una confianza serena y un sano orgullo por nuestra persona dándole el valor inapreciable que tiene.Afirmar las convicciones de nuestra valía como: “Soy valios@, soy únic@ en el mundo e incomparable”.– “Me trato con respeto y espero de los demás el mismo trato.– “Me siento dign@ de aprecio y estoy orgullos@ de mi mism@”.
El gran desafío es aceptar todos los aspectos de nuestro cuerpo, de las diversas y variables emociones, sentimientos, pensamientos, deseos, “sueños” e incluso de lo que llamamos la “sombra” (lo que nos causa vergüenza, como sentimientos innobles de envidia, venganza, etc. que también son nuestros).
Existe en nosotros la tendencia a reprimir esas sensaciones y sentimientos desagradables; sin embargo, es sano evitar la represión ya que esas sensaciones habitan en nuestro interior. Es necesario que fluyan y esto se logra adoptando la postura de “observador” para no identificarnos con ellas y así se alejen y desaparezcan.
Es real que sí existe quien o quienes nos aman, además de que siempre podemos amarnos a nosotros mism@s tratándonos de manera amorosa y cálida aprendiendo a ser “nuestro mejor amig@”.
Un buen amig@ escucha, comprende, anima, no nos regaña por nuestros errores, no culpa y humilla, sino que nos escucha, consuela y confía en que podemos superarnos y ser cada día mejores. Sin amor a uno mismo, el amor a los demás es imposible. Tomemos en cuenta esta gran verdad.
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.