Recuento

Quiero, con esta colaboración de hoy, dar por concluida mi participación en esta sección editorial; las razones carecen totalmente de importancia.

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A flor de piel no es un espacio para la floricultura ni para la jardinería, es un segmento para contar historias de ese maravilloso órgano que es la piel... Así iniciamos hace poco más de dos años, y semana a semana fuimos abordando diversos aspectos de la superficie humana: sus funciones, inclusive como inspiradora de la creación artística, sus enfermedades, sus agresores y de la ciencia médica que se encarga de su estudio: la Dermatología, de sus congresos, de sus destacados representantes y sociedades; con el fin de aportar una microdosis de ciencia y cultura en un excipiente cbp de entretenimiento.

Con el tiempo fuimos abarcando otros temas que, si bien no eran dermatológicos, sí estaban a flor de piel en la sociedad y, sin tener una amplia experiencia en ellos, pretendimos darles un enfoque del ciudadano de a pie, que somos la mayoría, pero que tiene la oportunidad de expresarse, que es la minoría; en otras ocasiones fueron aspectos culturales, aprovechando los viajes a los congresos, algunas efemérides históricas, así como también del destacado talento juvenil yucateco que tanto tenemos y que no siempre es suficientemente apoyado. 

Pero, como siempre ocurre en la vida, y sin caer en el fatalismo de que todo lo que empieza termina, sino más bien de que en la vida hay ciclos y que unos se cierran y otros se abren, escribiéndolos con buena ortografía, comenzando por saber cuándo ponerle punto final a sus capítulos, quiero, con esta colaboración de hoy, dar por concluida mi participación en esta sección editorial; las razones carecen totalmente de importancia, ya que siempre son de índole personal; esta colaboración ha sido muy satisfactoria, colaborar viene de los verbos no cobrar y contribuir, ojalá nuestros políticos sólo colaboraran y no se sacrificaran tanto por su patria.

Quiero agradecer a mi buen amigo el periodista Martiniano Alcocer que me haya invitado y retado a participar en este proyecto editorial que ha sido una interesante y enriquecedora experiencia, cuando menos preventiva del Alzheimer, desde luego a MILENIO NOVEDADES, por permitirnos un espacio en sus páginas, pero finalmente a quienes hacen posible que un periódico exista, los lectores, que son el objetivo fundamental de la industria periodística y que gracias a su generosa aceptación los que escriben siguen haciéndolo.

Finalmente quiero concluir con la reflexión de un mexicano universal: “El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna. Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción de la crítica: nada hay sagrado o intocable para el pensamiento excepto la libertad de pensar. Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir, sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura…”, Octavio Paz, 1967.

P.D. Para Ariadna, cuyo aguante sólo lo explica el amor.

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