Reflexión sobre la homofobia

Hace 14 años, un 17 de mayo, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad...

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Hace 14 años, un 17 de mayo, la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, y cuatro años más tarde la Organización de las Naciones Unidas estableció esa misma fecha como el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia con el propósito de evitar discriminación, violencia o maltrato hacia cualquier persona por su orientación o preferencia sexual.

En México, por decreto presidencial, emitido este año, se estableció el mismo 17 como Día Nacional de la Lucha contra la Homofobia, con el propósito de llamar la atención a la aceptación de la diversidad y el reconocimiento de los derechos de las personas.

Y es que si pensamos (sin tabú) que todos tenemos el derecho de vivir, trabajar y relacionarnos sin ser rechazados, es difícil entender que otros decidan tratar a los demás como ciudadanos de segunda por causa de su orientación o preferencia sexual, o peor por su identidad de género. La “homofobia es el temor, rechazo o aversión hacia las personas en razón de su orientación, preferencia sexual, identidad y expresión de género, basada en estereotipos, prejuicios y estigmas, expresada en actitudes y conductas discriminatorias que vulneran la igualdad, dignidad, derechos y libertades de toda persona, que pueden generar diversos tipos de violencia”; lo que sería suficiente para entender que hay un miedo a convivir con la diversidad sexual.

Siempre he pensado que este asunto del rechazo a las demás preferencias nace del terror de pertenecer, y en el siglo XXI es increíble apreciar que todavía hay personas preocupadas por este tema, que no tiene que ver más que con la forma en que cada quien decide vivir su existencia.

Por qué es tan difícil de explicar, cuando en otros países ya se establecen en las fichas impresas el tercer género, porque en la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México fechada en 2010 todavía leemos que el 60 por ciento de la población considera que las preferencias sexuales y la etnia dividen poco o nada a la gente, mientras que de las personas tomadas en cuenta para este registro, el 52 por ciento cree que el principal problema para homosexuales, lesbianas y bisexuales en esta nación hoy en día es la discriminación; el 26 por ciento piensa que es la falta de aceptación y el 6.2 por ciento establece que la dificultad son las críticas y las burlas.

Me gustaría pensar en que no habría necesidad de establecer un día nacional para celebrar o conmemorar algo porque somos lo suficientemente brillantes para entender que el respeto al derecho ajeno es la paz, y que juzgar al otro por la forma en la que decide vivir es solamente perder el valioso tiempo que tiene un ser humano para desarrollarse, pero la crítica va mas allá.

Es inexplicable como hasta en el mismo circulo social en que una persona homosexual se desarrolla por su destacada labor cualquier ámbito, es felicitado y abrazado,

mientras que son esos mismos celebrantes lo que pueden establecer -hasta por escrito- que las sociedades de convivencia no pueden existir. ¿Entonces?

¿Por qué unas situaciones si están bien y las otras no? ¿Quién debería decidir con quién vivo? Creo que escuchar al presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Ricardo Bucio, decir que esta primera conmemoración en México es una oportunidad para reflexionar que una sociedad de derechos es lo que conviene al país, nos tendría que poner alertas.

Obvio que nos conviene respetar. Es la ley de la paz y la tranquilidad. Habría que dedicar esos esfuerzos de discriminación hacia formas de rechazar hacia las personas que –sin necesitarlo- ocupan lugares para discapacitados, que por ociosos tiran la basura en la calle, que por falta de conciencia no ceden el paso a una ambulancia.

Afortunadamente también hay ya una Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, así como un Programa Nacional por la Igualdad y la No Discriminación, que contiene un apartado en contra de la homofobia, con el cual el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación se responsabiliza de establecer acciones permanentes hacia la igualdad y la no discriminación.

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