Reflexiones independientes

México es un país de mucha iniciativa y poca terminativa, quizá por eso muchos mexicanos no saben cuándo concluyó la independencia.

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Es inevitable no dejar de considerar lo que festejamos en el mes de septiembre, ya que históricamente da sustento a nuestra  mexicanidad, sobre todo cuando nuestro país se enfrenta a importantes y decisivos  desafíos, de los que no ha podido independizarse: los males educativos, energéticos, fiscales,  políticos, pero sobre todo de justicia.

Y es que a medida que se conoce la historia no oficial de México, se entiende mejor por qué estamos como estamos los ciudadanos de este país, y es que si queremos saber a dónde vamos, primero deberíamos saber de dónde y cómo vinimos. México es un país de mucha iniciativa  y poca terminativa, quizá por eso muchos mexicanos no saben cuándo concluyó la independencia, once años y once días después del “grito de Dolores” y que el cura Hidalgo tenía diez años de enjuiciado, condenado, excomulgado, fusilado y decapitado por la iglesia de la que formaba parte y que diez años después esta misma institución eclesiástica decide independizar  a la Nueva España de España para no acatar  la constitución  de Cádiz que les quitaba privilegios y propiedades; en todo caso, el padre de la patria debería ser el canónigo Matías Monteagudo, promotor de la conspiración de la Profesa,  que  decide que fueran Iturbide y Guerrero los que pusieran punto final a esta guerra fratricida. Iturbide muere fusilado poco después por traidor a la patria, al final de su aventura imperial, y don Vicente llega al poder tras un golpe de estado y meses después es depuesto  y declarado incapacitado para gobernar por su evidente analfabetismo; sin embargo este gran personaje de la historia oficial es el único que se encuentra inscrito en letras de oro en el Congreso dos veces, primero como héroe de la independencia y después por su tan  profanada frase “La patria es primero”. ¿Cuántos mexicanos han muerto por la patria y por Dios a través de nuestra historia?

De los seis niños héroes que se veneran en el alatar de la patria en Chapultepec, cuatro eran mayores de 18 años y solo 2 menores de 15 y si se realizara una prueba de ADN a las osamentas que ahí se resguardan, se podrá saber que no corresponden a las de los “niños héroes”. 

Estos son sólo algunos mitos de nuestra historia, que está plagada de ellos y eso explica por qué los dos verbos que mejor se conjugan en México son simular y fingir, simulamos Democracia y se pueden comprar voluntades; fingimos Justicia y son exonerados delincuentes; simulamos  Educación  y  la mediocridad supera a la excelencia y el privilegio al mérito; fingimos privatización y los ricos se vuelven más ricos junto con los funcionarios cómplices, etc., etc. Mientras los problemas no sean resueltos con soluciones reales, patrióticas, pero sobre todo honestas, los pactos, reformas y todas las muy buenas intenciones de poco servirán para la auténtica  independencia del México actual de los males que lo agobian.

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