Regale un tweet esta Navidad

Lo esencial está más allá de lo que los ojos ven. Más o menos por ahí versa una de las premisas de “El Principito”...

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Lo esencial está más allá de lo que los ojos ven. Más o menos por ahí versa una de las premisas de “El Principito”, y en estos tiempos de sonada paz y armonía por las fiestas decembrinas, está, más que de moda, en la mente consciente dentro y fuera de la red.

Moralejas aparte, las redes sociales han cumplido con creces su objetivo principal: acercar a la sociedad a las maravillas de internet, dentro un punto de vista, valga el pleonasmo, social; haciendo de la web algo más que información y datos circulando sin ton ni son. 

Cierto que la interacción no siempre crea productos buenos o tendencias edificantes, pero en el fondo de cada “tweet” o estado en Facebook, encontramos la voz de un usuario, el eco de una idea y la necesidad –a veces buena, otras no tal vez tanto-, de sentirse parte de una gran comunidad en línea que, al menos por un segundo o chance dos, le dedica algo de su tiempo. 

Porque, aunque sea duro de creer, desde la publicación más inocente a la más digna de las páginas digitales de @ElDeforma o los “bots” tricolores, hay una persona, un ser vivo con un objetivo –cuestionable según el caleidoscopio con que se mire- y misión que nos remite al origen de las redes sociales: compartir una idea con el resto del mundo. 

Nunca, por más complicado que sea, debemos olvidar que Twitter, Facebook, Instagram, YouTube, Vine e incluso LinkedIN, están hechas para comunicarnos a niveles nunca imaginados cuando se popularizaron las salas de chat, el correo-e o los foros de discusión hace más de veinte años, en parte, gracias a la sempiterna conexión que los teléfonos inteligentes nos proveen hoy en día, lo queramos o no.  

La inmediatez, característica suprema  una red social exitosa, no sólo nos acerca con la gente, también con el mundo que la rodea; el contexto que hace al usuario (o al personaje) ser lo que es, no existe únicamente para darle realce a sus “tweets”, publicaciones o fotografías, también para que quien interactúa con ellos, comprenda sus motivos y le dé las razones necesarias para darle “follow”. 

Al menos, eso es lo que considero que debería ser el objetivo a seguir al participar dentro de una red social. No tanto para “tener amigos”, pues esos, hoy y siempre se contarán con los dedos de una mano, pero sí saber compartir, aprender a fomentar y crear lazos que nos enriquezcan como personas y usuarios, transformando los impersonales “0” y “1” del lenguaje binario, en “gestos” que nos lleven a comprender el verdadero valor comunitario, intrínseco en la red de redes. 

Un mensaje de paz 

Recordemos que dentro del frenesí desatado por la popularización de las redes sociales, subyace la necesidad humana de no quedarse atrás con la tecnología, y que mejor que un buen uso, para que ese sentimiento perdure y no se diluya en el desánimo que causan los malos chistes y empleo “sucio” que algunos usuarios dan a estas plataformas.

Por ello, en estos tiempos de paz, armonía, amistades y celebraciones decembrinas, en que lo esencial está nuevamente en boca y corazón de todos, obsequiemos a nuestros amigos, familiares y conocidos un “tweet” o un comentario en Facebook, en el que demostremos que no ha sido en balde estar unidos en las redes sociales, que no son un “follower” más en nuestras listas, en otras palabras, demos lo mejor de nosotros, deseándole al prójimo lo que quisiéramos recibir para nuestra propia felicidad.  

¿Quién sabe? Tal vez, escondido detrás de mil “post” basura y memes chistosos, nuestro mensaje le dé una razón para sonreír y no perder la esperanza que lo llevó a unirse a una red social: interactuar en el mundo digital, para enriquecer su realidad.  

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