Regina y la Cervecería Yucateca

“¿De qué murió tu abuelo?”. “Trabajaba en la antigua Cervecería Yucateca"...

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Viernes de limpieza y de Regina. Su figura altera emocionalmente a solteros y casados por igual y les recuerda a los segundos que por su condición, para aspirar a desayunar en la cama, hay que dormir en la cocina.

“¿Cómo estás, Regina?”. “Con la crisis, Don, de mal en peor. Imagínese, fui al cementerio para limpiar la tumba del abuelo y a un lado, una señora llorando gritaba: ‘¡Joséééé! ¡Josééééé!’. Me le acerqué a la pobre y le dije: ‘Disculpe, señora, pero creo que se equivoca de tumba. La lápida dice Artemio, no José’ y me dijo: ‘Lo sé hija, pero sí es mi esposo. Debía tanto dinero a los bancos que no ponía nada a su nombre’”. 

“Regina…”. “De verdad”. “¿De qué murió tu abuelo?”. “Trabajaba en la antigua Cervecería Yucateca. Un día se cayó en un depósito con 10 mil litros de cerveza”. “Que muerte tan fea”. “Ni crea, Don. Alcanzó a salir tres veces para ir al baño. Murió después en el hospital. Mientras esperábamos, una enfermera gangosa anunció: ‘Famidiades ded señod Damidez, se des infodma que desafodtunadamente, su familiad a muedto’. La abuela gritaba: ‘¡No me joda! ¡No me joda!’ y la enfermera abrazándola le decía: ‘No, señoda, no mejoda… ni mejodadá, podque ya se mudió’”. 

“Regina, con eso no se juega”. “Lo peor, Don, fue que la abuela me hizo abrir el féretro durante la misa”. “¿Por qué?”. “El Padre decía en la misa que el difunto había sido un hombre ejemplar, trabajador y honrado; además de un padre dedicado y el mejor de los esposos. Mientras lo decía, mi abuela me dijo: ‘Regina, anda a la caja y asómate, porque creo que nos equivocamos de misa’”. “¿Y sí era?”. “No, Don, nos habíamos equivocado de horario”. 

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