Regina y la sentencia

'¿Cómo has estado, Regina?'. 'Bien, don. A la que le fue mejor es a la comadre'...

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Viernes de limpieza y la visita de la espectacular Regina, que empieza a mudar su ya de por sí poca ropa por algunas piezas aún más breves. La madre naturaleza fue gentil con ella y, al verla, más de uno piensa: “Esta crisis es peor que el divorcio. Tengo la mitad del dinero que solía y la mitad de mis propiedades… y sigo casado”.

“¿Cómo has estado, Regina?”. “Bien, don. A la que le fue mejor es a la comadre. Se quitó 80 kilos de grasa inútil”. “No me digas… oye, ¿y cómo le hizo?”. “Corrió al compadre de la casa”. “¿Otra vez?”. 

“En la madrugada, la comadre despertó y no lo vio en la hamaca. Al asomarse en la cocina, lo vio sentado con una taza de café, viendo fijamente la pared, mientras se le escurría una lágrima. ‘Pero, ¿qué te pasa, amor?’, le preguntó la comadre. Sin voltearla a ver y mientras se secaba la lágrima con la mano le dijo a la comadre: ‘¿Te acuerdas hace 20 años, cuando empezamos a salir y tu tenías 16?’. ‘Claro que me acuerdo, amor’. ‘Bueno… ¿te acuerdas cuando tu papá nos descubrió dándonos un beso en el patio de atrás de tu casa?’. ‘Lo recuerdo, pero ¿por qué lloras?’. ‘¿Y te acuerdas cuando me apuntó con la pistola a la cara y me dijo que o me casaba contigo o me mandaba 20 años a la cárcel?’. Y la comadre le contestó: ‘¡Cómo olvidarlo, amor!’. El compadre se quedó callado un momento, se limpió una lágrima más que se le escurría y viendo a la pared le dijo: ‘¿Sabes algo? Hoy hubiera sido el día en que saldría de la cárcel…’. Tres minutos después lo corrieron, Don”. “Lástima… tan simpático el compadre, Regina”.

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