Llegó la Regina, con su impecable equilibrio físico entre la forma y la cantidad, para ayudar a poner en orden la casa. Su breve vestimenta es como el alambre de púas… protege la propiedad sin estorbar a la vista, aunque el que escribe vive bajo un régimen impuesto de castidad óptica obligatoria y habla sólo de oídas. “Buen día, Don”. “¿Cómo estás, Regina?”. 

“Desvelada. Llamó la comadre en la madrugada desde un teléfono público, llorando”. “Bueno Regina, hoy en día, si alguien te habla desde un teléfono público, tiene que ser llorando”. 

“Como loca porque leyó que el zika da por contacto sexual”. “Ah… claro. Practica la prostitución, ¿no?”. “Bueno, la practicó mucho de joven, Don, pero ya la domina”. “Vaya… Con lo del zika, las autoridades y algunos medios están entregando emoción en lugar de información, y por eso hay confusión. El gobierno debe prepararse para administrar el problema, porque no podrá resolverlo; y nosotros deberemos prevenir y entender que todos somos responsables, no sólo el gobierno”. “Dicen que es el enemigo número uno de Yucatán”. 

“Eso es emoción, no información, Regina. Acuérdate que se promete según nuestras esperanzas y se cumple según nuestros temores”.