¡Año nuevo, vida nueva! Propósitos, intenciones, deseos y metas. El arribo del año nuevo está siempre cargado de un anhelo implícito de cambio. Entre los más negativos no es nada más que un año más. Bastaron 365 días para hacer o no hacer nada y volver a comprometerse con un propósito nuevo, mientras la lista de los anteriores sin cumplir engrosan una edición completa similar a la Biblia.

No es una regla, con seguridad puede haber muchos (los menos) que lograron sus objetivos. ¡Felicidades! Otra parte puede simplemente no haberse propuesto nada.

Independientemente si se acostumbra o no realizar este ritual, bien vale una consideración general sobre la actitud que se tiene. De no haber propósitos ¿por qué no empezar sonriendo a quien te exige un servicio, si eres prestador de servicios? ¿Por qué no mirar a su alrededor y preguntarse si hago lo que hago porque me gusta o porque no tengo de otra?

Sin afán de querer empujar a nadie hacia los fines de la mercadotecnia para que se compren artículos para bajar de peso, como el más común de los propósitos. Bien vale una reflexión para iniciar con otra actitud este 2013, antes de que las oportunidades terminen para cada quien. El fin llega, llega el fin. Finis venit, venit finis.