¿Tu relación de pareja ya llegó a su final?

Seamos sinceros en expresar nuestros sentimientos y emociones sin lastimar a la otra persona. Ser sinceros no implica ser groseros ni insensible.

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En una sociedad en la que el pilar fundamental es la familia, que teóricamente nace y se sustenta gracias a un amor que permanece con el tiempo, nos cuesta admitir que nuestra relación de pareja ya llegó a su final. De cada 10 matrimonios que se realizan actualmente, tres fracasan antes de los cinco años.

Y hay que entender que en ninguna parte está escrito que el amor sea eterno (por definición). Nada está hecho para durar para siempre, si no se alimenta, se le da cuidados, dedicación y un diálogo, con respeto y mucho amor.

Enfrentar nuestros propios sentimientos y decirle a la persona con la que hemos compartido tantos años que ya no la queremos no es nada fácil.

El miedo es una reacción normal. El miedo es como la niebla, sólo se disipa a medida que se avanza. El temor en sí mismo es siempre peor aquello a lo que se le teme.

Para superar el miedo a nuestros propios sentimientos es esencial ponerles un nombre. Sin juzgar ni llenarnos de culpa. Reconocer cuáles son las creencias que nos impiden pasar a la acción.

Tenemos que superar el miedo para no herir los sentimientos del otro. Es sobre todo cuestión de empatía y de responsabilidad. Empatía, porque el otro, como nosotros, es un ser humano que siente, sufre, y tiene sentimientos y está en crecimiento. Un ser en búsqueda de su propio camino. Y no tiene por qué coincidir con el nuestro. Y tener la responsabilidad, que porque por encima de lo anterior, está el hecho de que no somos responsables de sus sentimientos, sino de los nuestros.

Todo es a base de un diálogo sincero y realista. Poniéndonos en los zapatos de la otra persona y elegir un buen momento.

Respirar hondo y dirigiéndonos al otro, utilizando todo el tiempo la primera persona (yo pienso, yo creo, etc). Y siempre centrarnos en describir lo que experimentemos sin juzgar ni culpar.

Combinemos el diálogo con la ternura. Seamos sinceros en expresar nuestros sentimientos y emociones sin lastimar a la otra persona. Ser sinceros no implica ser groseros ni insensible.

Si no nos enfrentamos a la situación lo más pronto posible, el tiempo hará que este desamor, aburrimiento y antipatía crezca y se fortalezcas con el pasar de los meses y los años. Esto hará que nos vayamos sustrayendo, y a la larga o a la corta, la frustración la infelicidad y desdicha terminarán por destruir esta falsa relación.

Hoy es un buen día para hacer un diálogo con nosotros mismos y luego con nuestra pareja. Para ver qué ha hecho que nuestra relación haya ido perdiendo su ilusión y la alegría llevándonos al desamor. 

Hay que reflexionar el siguiente párrafo tomado del Papa Francisco para concluir cómo va nuestra relación de la pareja:  “No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda. No llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en ti. No llores por quien se ha marchado, lucha por quien está contigo. No llores por quien te odia, lucha por quien te quiere. No llores por tu pasado, lucha por tu presente. No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felicidad. Con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, ...¡sólo sigue adelante!

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