Relaciones humanas en equilibrio
La actitud defensiva y la obsesión por 'ganar' revelan la inseguridad y pobreza de autoestima en la persona.
El sabio sabe escuchar y respetar, el necio nunca.- Immanuel Kant, filósofo
Las buenas relaciones humanas se logran cuando se tiene un espíritu de colaboración y no de competencia. La actitud que nunca falla es la del equilibrio, es decir: te tomo en cuenta a ti, con tus necesidades y deseos, pero también tomo en cuenta los míos creando un contexto apropiado que es fruto del aprendizaje y de una personalidad productiva.
Podemos evitar la estéril lucha por “ganar” e impedir el enfrentamiento destructivo. Al evitarlo se enriquece la personalidad, porque se desarrolla una actitud de abundancia que es: concebir la vida como una fuente inagotable de bienestar donde todos podemos abrevar porque alcanza para todos y nunca se agota.
La actitud defensiva y la obsesión por “ganar” revelan la inseguridad y pobreza de autoestima en la persona. La motivación que impulsa a “tener siempre la razón” es la de miedos y heridas del pasado y nos protegemos tratando de sentirnos superiores en conocimientos o habilidades de algún tipo, invitando al juego: “A ver quién es mejor”. Cada vez que le “ganamos” al otro, el mensaje es: “Eres incompetente”, empobreciendo así su autoconcepto, sin fijarnos que también empobrecemos el nuestro, al querer aumentarlo a expensas del deterioro de la otra persona.
Al reconocer esas actitudes tan destructivas, nos abrimos a la posibilidad de flexibilizar nuestras posturas y comprender que escuchar y considerar la opinión de los demás no denota fragilidad o falta de carácter, sino que, por el contrario, es un indicador de fortaleza interna, respeto y sabiduría.
La importancia personal saludable es el motor que nos lleva al crecimiento, sin embargo, hay que cuidar que no se torne en “narcisismo”, que es un lastre que impide nuestro desarrollo; es un aspecto distorsionado de la autoestima, ya que es la inflación del ego y centra la atención en uno mismo menospreciando la importancia de los demás sin considerar que las otras personas necesitan lo mismo que nosotros: afecto, consideración, respeto y reconocimiento. ¡Tomémoslo en cuenta!
¡Ánimo! hay que aprender a vivir.