Rescatemos “el valor de lo nuestro”

Estamos en plena temporada de huracanes y los riesgos siempre son latentes...

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Estamos en plena temporada de huracanes y los riesgos siempre son latentes. En este sentido resulta valiente la decisión de restaurar al menos 25 viviendas de madera estilo anglocaribeño, parte importantísima de la identidad arquitectónica de la capital, destruidas en su mayoríapor el huracán “Janet” en 1955.

Pero este trabajo, cuya suma alcanza los 2 millones y medio,“solo es por un año, y posterior a ello, en caso de que sus propietarios no tengan interés en conservarlas, podrían hacer con ellas lo que deseen”, explicó la subsecretaria de Cultura, Lilián Villanueva Chan.

Un fenómeno meteorológico pone a prueba los sistemas de monitoreo y a servicios de emergencia; también al patrimonio y la conectividad. Cualquier huracán daña viviendas, socava localidades y destruye importantes vías de comunicación.

Las ideas en la materia deben ser más profundas. Podrían ofrecer otro tipo de incentivos a los propietarios de estos inmuebles para fomentar el cuidado del sitio y sumarse de lleno a la oferta turística, también ganando dinero. Mejor aún si se les incorpora a los programas de la Secretaría a largo plazo y no sólo por un año.

La lección obligada de cualquier tragedia debe ser la necesidad de contar, desde el sector público, con fondos, mecanismos y criterios para conservar la riqueza patrimonial.

Si bien la Ley de Patrimonio Culturallimita la participación de la autoridad en propiedades privadas, hay otros esquemas de trabajo para lograr participación activa y beneficios.En los convenios de colaboración con particulares deben considerarse “ganchos”, ganancias, para conservar el apoyo mutuo.

No se trata de una simple intervención del estado, sino lograr una colaboración con la sociedad civil más estrecha, más abierta, sin menoscabo del sector privado, que también puede aportar para una restauración más sustentable.

Imagino al propietario de una de estas casas presumiendo los pormenores de la reconstrucción titánica tras “Janet”,porque para algunos la importancia de conservar y renovar el legado de los familiares rebasa sobradamente las razones estéticas o históricas que suelen invocarse.

El orgullo de los nativos debe ser, en la práctica, el placer de quienes lo miran. Estas casas son admiradas por los turistas que llegan a conocer la cuna del mestizaje yson, probablemente, lo más antiguo conservado de lo más caribeño en la región. Inmuebles pintorescos, íconos como éstos, merecen hoy más atención que inversión.

El problema del sur no es su posición o que carezca de atractivos. Las bellezas naturales innumerables, su historia o su posición geoestratégica necesitan más promoción. El problema del sur es que sus autoridades no pueden o no quieren trabajar en serio.

Quedaron en evidencia en el reciente tianguis turístico, donde municipios de otras entidades, como Valladolid, Yucatán, lucieron mejor que la capital o nuestro Pueblo Mágico: Bacalar.

En este sentido, la autoridad municipal debe actuar sin esperar la voluntad del estado o la federación. Esta administración que en teoría reivindica “el valor de lo nuestro”, tiene que invertir, tiene que poner el ejemplo, porquela deuda heredada siempre es un mal pretexto, sobre todo cuando se la deja un correligionario.

El patrimonio es un espacio de encuentro y de identidad; por ello será necesario que la restauración de estas casas sea acompañada con la revitalización del espacio urbano que las rodea, donde patrimonio y actividad humana sea un conjunto.

De lograrse el refinanciamientode la deuda de 402 millones de pesos, a fin de pagar intereses menores y poder tener fluidez económica, el presidente Eduardo Espinosa Abuxapqui tendrá un margen para pensar en la cultura y el turismo, dos ámbitos desatendidos por los ex ediles de Othón P. Blanco. 

Por el momento, roguemos que un fenómeno meteorológico no devaste las buenas intenciones de restaurar estos inmuebles antes de que presuman su magnífica importancia.

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