Respuesta a un maestro del sur

Jesús Adoney, un destacado maestro de Bacalar que conoce las entrañas del monstruo magisterial y ama su oficio, lanzó un certero comentario en mi Facebook...

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Jesús Adoney, un destacado maestro de Bacalar que conoce las entrañas del monstruo magisterial y ama su oficio, lanzó un certero comentario en mi Facebook que resume muchos de los argumentos esgrimidos por los profesores contra la Evaluación impuesta por la Reforma Educativa y operada por el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), organismo que enfrenta su primera prueba crítica.

Las precisiones del profesor destacan la incongruencia de evaluar a docentes que ya han sido examinados una y otra vez, sin que este historial académico sea tomado en cuenta. Dice:

“Desde hace varios años los docentes han sido evaluados en carrera magisterial, otro tanto ha ganado su plaza mediante examen de oposición. Revisen los datos, hagan periodismo de investigación; la SEP puede dar los datos de cuantos docentes han sido evaluados e incluso ganaron sus plazas y no les fueron entregadas”.

Su segundo comentario: “Apenas acaba de finalizar la etapa 23 de carrera magisterial donde el docente tenía pasar por un examen, asistir a cursos fuera de horario de clases, ya sea en sábado o por las tardes e incluso los alumnos fueron evaluados para obtener un incentivo económico; por otra parte, ante la cancelación de heredar las plazas muchos docentes obtuvieron su plaza u horas mediante examen de oposición realizada por la propia SEP, luego entonces ¿por qué hoy esos maestros que demostraron capacidad están siendo cuestionados? E incluso muchos se han preparado con sus propios recursos cuando es obligación del patrón de darles una mejor formación y capacitación”.

Hay mucho de cierto en su planteamiento, pero intentaré precisar con datos duros la realidad magisterial.

En principio, la evaluación del extinto programa Carrera Magisterial no puede considerarse como un instrumento confiable para determinar la capacidad de un maestro de estar frente a grupo, principalmente por el alto grado de corrupción que se vivió en cada una de las etapas a lo largo de los años.

Según mis informantes, cualquier docente con cierta antigüedad en el servicio conoce muchos casos donde maestros sin el merecimiento académico requerido accedían a ascensos de nivel en Carrera Magisterial de manera misteriosa. Aún peor, muchos otros ni siquiera estaban frente a grupo por estar disfrutando una comisión sindical o política, y aun así lograban ascender.

Los arreglos bajo el pantano que embarraron tanto al SNTE como a la Secretaría de Educación local eran de sobra conocidos, además de las ventas de claves de exámenes que se ofertaban a precio de ganga. 

Claro que muchos maestros destacaron en Carrera Magisterial con todas las de la ley, pero las evidentes irregularidades cometidas año con año desacreditan todo el proceso.

También comenta el profesor de Bacalar que muchos maestros se ganaron su plaza a través de un examen de oposición que certifica su capacidad, afirmación que es una verdad a medias.

Me cuentan que desde 1999 los egresados de las normales como licenciados en Educación Preescolar o Primaria fueron sometidos a estos exámenes de oposición para obtener su primera plaza. Antes era más fácil. Bastaba terminar en una normal para que el puesto de trabajo cayera en las manos.

Sin embargo, estos procesos tampoco representan una evaluación en toda forma, ya que con este método se seleccionaba a los menos malos de los que presentaban. 

Basta mencionar una estadística extraída del último proceso de examen de oposición previo a la entrada en vigor de la Reforma Educativa, en 2013.

Según datos de la SEP completamente verificables, en ese año concursaron un total de 136 mil 108 profesores en todo el país. De todo ese universo, solo obtuvieron una calificación aprobatoria el 30.7 por ciento de los sustentantes.

En los hechos, siete de cada 10 profesores reprobaron en el examen de oposición, y aun así muchos lograron acceder a una plaza porque superaban a otros que estaban aún peor. Lo peor del caso es que estos porcentajes fueron constantes –con variaciones marginales– desde 2008, cuando entró en vigor la Alianza por la Calidad de la Educación, embrión de la Reforma Educativa que curiosamente fue impulsada por Elba Esther Gordillo, y hasta 2013.

Por supuesto, en este apartado de los exámenes de oposición tampoco se puede soslayar la mano siempre presente del SNTE que imponía, al margen de la normatividad de la época, su influencia en las listas finales de plazas asignadas.

Siendo realistas, ninguna evaluación magisterial ha sido eficiente, y abonando a tu comentario, comparto serias dudas de que la nueva evaluación peñanietista venga a resolver el problema de raíz.

Porque no se puede exigir excelencia a los maestros cuando reciben una pésima formación desde su educación normalista, secuestrada por un hato de incompetentes a quienes la Reforma Educativa no les ha tocado ni un pelo.

¿Cómo explicar que varios jóvenes que no pisaron un aula en su vida enseñen a otros a dar una clase efectiva? ¿Cómo exigir a los recién egresados en licenciaturas educativas que demuestren idoneidad y aptitud cuando no se les exige lo mismo a quienes los forman?

Insisto, las inquietudes del magisterio son completamente válidas, pero no podemos tapar el sol con un dedo: en las aulas abundan los malos elementos que, en cualquier otro país, estarían laborando en cualquier cosa menos educando a niños y jóvenes.

Reconozco también a excelentes maestros que día a día se subliman para realizar su labor de la mejor manera, que se capacitan, que son críticos, que son proactivos y que se han mantenido al margen de la grilla para cumplir su labor y que hoy son los que menos temen a la evaluación. Pero también hacen mucho ruido los temerosos de calamidades del pasado que los beneficiaron al por mayor –clientelismo, corrupción, influyentismo–, y que podrían hacerlos tropezar en un escenario inexplorado.

Interviene Ombudsman en caso de ginecólogo

La Comisión Estatal de Derechos Humanos (Cdheqroo) intervino de inmediato ante la queja pública de una paciente chetumaleña que denunció al ginecólogo del Centro de Salud Número 2 por abuso sexual, durante una revisión de rutina.

El caso fue ampliamente difundido y provocó reacciones de condena contra el galeno, ya que durante la consulta se dirigió a la dama con “lenguaje obsceno y tocamientos lascivos”, propios de un degenerado.

El Ombudsman Harley Sosa Guillén informó que ya fue localizada la agraviada para decirle que ya intervino esta Comisión, por lo que será requerida para que aporte su versión de los hechos y ratifique la queja iniciada de oficio. 

La Comisión ya pidió un informe a la Secretaría Estatal de Salud, y también ofreció apoyo psicológico a la mujer agraviada, a través del Centro de Atención a Víctimas de la Cdheqroo.

Lo positivo: el Ombudsman no se cruza de brazos ante este tipo de denuncias de agresión, inaceptables cuando una mujer queda en manos de un profesional de la medicina que labora nada menos que en la Secretaría Estatal de Salud. Porque si la autoridad nos defrauda, estamos perdidos como país.

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