Retoque digital

Está bien que todos tengamos defectos, pero intentar verse como las personas que aparecen en las revistas es crear una imagen falsa, ¿no crees?

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Metidos ya en el ambiente futbolero mangoneado por la FIFA, la pareja “El Gordo y la Gorda” comentaban los incidentes de la súbita descalificación de España y el nombramiento del nuevo rey. 

Quedaba la terrible sospecha de que la indolencia del equipo hispano en la justa mundialística se debiese al íntimo deseo de estar presentes en la coronación,  pero ya se sabe que en muchas ocasiones no se pueden tener dos cosas al mismo tiempo: ¿una corona o una copa?

Y La Gorda extendía ante su pareja las incontables fotos del real evento documentado por las revistas del corazón, profusas en detalles. 

Los más nimios y los excels. Ante esto  la mujer insistía ante su Gordo en que no era posible que en tan corto tiempo los rostros y cuerpos de los participantes hubieran sufrido tal modificación y que de seguro, merced a un presupuesto establecido, la corte fuera embellecida utilizando retoque digital antes de exponerla a los millones de lectores del Nuevo y Viejo Mundo. 

Ya sabes, Gorda, desde que John Knoll tomó aquella foto de su novia, sin sostén, en Bora Bora en 1987, el uso de programas para hacer cambios ha sido una práctica recurrente en la fotografía contemporánea. 

Pero, además, no me digas que Iker Casillas luce igual en las páginas de “Don Balón” que como lo ha estado pasando la televisión después de los siete goles que le encajaron. 

Está bien que todos tengamos defectos, pero intentar verse como las personas que aparecen en las revistas es crear una imagen falsa, ¿no crees? 

Como la campaña de L’oreal que puso más hermosas de lo común a Julia Roberts y la Turlington en el Reino Unido y se la echaron para atrás por violar el código de publicidad y hacerla engañosa. Pero bueno, si ellos lo hacen... ¿tú qué opinas...? 

Y entendiendo los alcances de esta revolución la audaz pareja pidió a Eduardo Cervantes les hiciera un estudio fotográfico, retocando detalles aquí y allá, por acá y acullá, suavizando labios, oscureciendo cejas, eliminando patas de gallo, levantando el busto y las nachas de la Gorda, agregando cabello, reduciendo la papada y moderando la cintura del Gordo.  

Ahora en su casa una foto de gran tamaño los muestra jubilosos. Eliminaron retratos antiguos del buró y álbumes familiares,  porque ¿quién no quiere vivir actualizado y, de paso, lejos del bisturí?
 ¡Vaya biem!

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