'Compasión es usar el corazón con pasión'

El sufrimiento es una experiencia de humildad, pues sirve para desprenderse de esas capas de egoísmo y vanidad que todos cargamos .

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Una gran cualidad del ser humano es entender el dolor y los sentimientos ajenos; eso es lo que nos diferencia a los humanos de los animales. La fuerza del corazón nos permite ayudarnos los unos a los otros, y aliviar el sufrimiento sin ahogarnos en él, y nos hace recordar que el sol siempre vuelve a salir. “Si supiéramos comprender, no haría falta perdonar”. Es un bello concepto del padre Larrañaga.

“Sé amable con todas las personas que encuentres, porque todas están librando una gran batalla”. Es frase del filósofo Filón de Alejandría, y nos enseña la esencia de la compasión. Hay que entender que el sufrimiento forma parte de la existencia humana y que nadie sale ileso de él, ni los pobres, enfermos y desfavorecidos, ni los ricos, sanos y prósperos.

De las palabras de Filón se deduce que nuestro sufrimiento puede ser una oportunidad para otras personas, ya que dicha afirmación sólo tiene sentido si nos vemos reflejados en el sufrimiento de los demás. Si intentamos encontrar una buena razón para la existencia del sufrimiento, podemos llegar a la conclusión de que el único motivo es que aumenta la compasión hacia los demás. 

El sufrimiento es una experiencia de humildad, pues sirve para desprenderse de esas capas de egoísmo y vanidad que todos cargamos en mayor o menor grado. “Si conociéramos el verdadero fondo de todo, tendríamos compasión hasta de las estrellas”.  Frase de Graham Greene.
Pero en un mundo donde reina la compasión, y las personas se ayudan, no sólo a superar el sufrimiento, sino especialmente a soportarlo, es la clave de la empatía y del amor a nuestros semejantes. El contacto amable y cariñoso, la palabra simpática y  comprensiva, el calor del afecto, le dicen a una persona que sufre que vale la pena resistir porque alguien se preocupa por ella.

Los que rechazan la amabilidad y la comprensión de los demás suelen ser personas orgullosas, distantes, que tal vez se avergüenzan de su vulnerabilidad, que intentan ocultar su dolor, a veces incluso a sí mismas. Pero el dolor no debería ocultarse. Si se reprime o se olvida, erosiona el alma. La compasión es, ante todo, reconocimiento. Bien dice Epíteto: “Ten compasión del soberbio. Quizá lo que hincha su pecho no es la soberbia, sino la angustia”.

El primer paso de la acción compasiva es abandonar las ideas, roles y expectativas preconcebidas y ponerse al mismo nivel del otro. Esto exige empatía y humildad. Es certera la frase de Martin Luther king: “La cuestión más urgente de la vida es: ¿Qué vas a hacer por los demás?” 

También es importante ser conscientes de que el sufrimiento acaba. Así, podemos enfrentarnos a él de forma equilibrada, sin ira, culpabilidad o pesar. Ya que actuar mientras se está sometido a estas emociones puede ser contraproducente o peligroso para nosotros, o para los que intentamos ayudar.

La compasión es la consecuencia lógica del saber, porque tener conocimiento de la vida y de la muerte significa necesariamente tener compasión por todo lo que vive y muere.

Y podemos concluir con la frase del poeta Adán L. Gordón. “La vida es, en su mayor parte, espuma y pompas de jabón; pero existen dos cosas que son sólidas como el mármol: la compasión ante la desgracia ajena y el valor ante la desgracia propia”.

Dr. Roberto Díaz y Díaz.

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