¿Sabes cuál es el objeto de tu vida?

Roberto Díaz y Díaz, reflexiones espirituales, columnista, Milenio Novedades

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La diferencia entre el éxito y el fracaso consiste en saber tomar las decisiones correctas. O bien podríamos decir que éxito es tener lo que deseamos y lograr lo que nos proponemos.

Pero tenemos que entender que éxito no es solamente ganar dinero y ser famoso. Realmente una persona se puede considerar exitosa si lo es en un conjunto de varias áreas. En lo familiar, haciéndose la pregunta: ¿convivo con mi familia? En lo profesional, ¿me gusta lo que hago? En lo económico; ¿gano lo que necesito? En lo social, ¿disfruto a mis amigos? En lo espiritual, ¿tengo paz interior? En la Salud, ¿gozo de buena salud? Tal vez no podamos decir que en cada una de estas áreas somos exitosos en un 100%, pero sí deberíamos aparecer al menos con un saldo positivo.

Claro que existen opiniones diferentes, así tenemos que Thomas Alva Edison decía: “Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito”.

Siento en lo particular, que lo importante es tener un propósito en la vida y tratar de ser felices con lo que tenemos hoy y ahora. Porque cuando tenemos un propósito, el mismo sufrimiento que podríamos llegar a tener, se hace más llevadero, porque sabemos que uno tiene un fin y que tendrá un final.

No quiero decir que todo ser humano tenga que ser siempre sano, exitoso y rico, no. Hay muchos pobres que seguirán siendo pobres, y muchos ricos que seguirán siendo ricos. La clave está en la actitud que se demuestre ante diversas circunstancias de la vida. 

Esto consiste en la manera de pensar, de actuar y de reaccionar ante las circunstancias que nos sucedan. La actitud es mucho más importante que la aptitud. El 75% del éxito en la vida, depende de nuestra actitud y no de nuestra aptitud.

El secreto de nuestra existencia no consiste solamente en vivir, sino saber para qué se vive. La tragedia más terrible para el ser humano no es morir, sino vivir sin un propósito. Es claro Séneca cuando dice: “No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va”.

Tenemos que saber qué objeto tiene nuestra vida. Al conocerlo nos dará mayor seguridad para tomar decisiones correctas, y conocernos a nosotros mismos.
Es vital saber qué queremos, hacia dónde vamos, cuáles son nuestros talentos y nuestras limitaciones. Y saber qué probabilidades tenemos de lograr lo que nos proponemos.

Víctor Frankl dice: “A un ser humano se le puede quitar todo excepto la última de sus libertades: elegir cómo quiere sentirse frente a sus circunstancias”.
Narra un proverbio oriental: Siembra un pensamiento y recogerás un anhelo. Siembra un anhelo y cosecharás un hecho. Siembra un hecho y lograrás un hábito. Siembra un hábito y formarás un carácter. Siembra un carácter y recogerás un destino.

Si no conoces cuál es el objeto de tu vida, serás como una pluma llevada por el viento, o un ser humano que no sabe para qué existió. Tengamos presente que “el éxito consiste en obtener lo que se desea. Felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”.

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