Samaritanos

Estas personas, de manera altruista, sin otro deseo más que ayudar, llevaban alimentos para los familiares de los enfermos.

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¡Ahí estaban ellos!, un grupo de hombres y mujeres de diversas edades, que cargaban grandes cajas de un contenido que para mí era desconocido, rumbo a la entrada del hospital,  pero que, al parecer, la gente ya anhelaba, pues se alegraba con su llegada, sonreía a su encuentro y se acercaba a ellos.

Estas personas, de manera altruista, sin otro deseo más que ayudar, llevaban consigo alimentos para los familiares de los enfermos. Tan hermosa fue su acción que no dudé en unirme a ellos por una noche; estas personas que con la magia del amor adquieren, con sus propios bienes, jugos, sandwiches y otros alimentos, se reúnen cada lunes en el Hospital O'Horán para entregar todo lo recaudado.

Hacen lo mismo en otros hospitales de la zona, como el Juárez y la T1. Al acompañarlos, como acción de la organización, me correspondió subir al piso de pediatría del hospital, en donde invité a los familiares de los niños internados a bajar a recibir los alimentos mientras nosotros nos quedábamos cuidando a sus pequeños.

El sacerdote Egide Misasi, originario de la República del Congo, es quien dirige esta obra y quien comenta que al día de hoy son 80 'samaritanos' los que se unen a esta inspiradora causa: alimentar al hambriento y visitar al enfermo. Este hombre llegó hace 7 años a Yucatán y se propuso reunir a gente que realice esta labor, mientras nosotros, que nacimos en esta bella tierra del Mayab y que conocemos las carencias de nuestra gente, poco hacemos.

Las buenas obras sobrepasan cualquier religión o creencia, al amor al prójimo nos obliga nuestra condición de ser seres humanos, vivimos exigiéndonos más riquezas económicas cuando otros sólo piden una migaja de pan. Es nuestro momento de ser buenos samaritanos y hacer que nuestra única fortuna se encuentre en el alma.

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