Sangriento crimen en el Hotel Gloria
El doble asesinato, ocurrido en el ya desaparecido Hotel Posada 'Gloria', causó en su momento horror entre los meridanos,
Exactamente ayer se cumplieron 33 años de un sangriento doble asesinato ocurrido en el ya desaparecido Hotel Posada “Gloria”, hecho que quizá pocos recuerden pero que en su momento causó horror entre los meridanos, acostumbrados al ambiente apacible de nuestra capital.
Fue un crimen lleno de sadismo, por las lesiones que presentaron las víctimas, un par de ancianos: Gloria Alvarez viuda de Herrera, de 65 años, y su compañero sentimental Julio Alamilla, de 74. A la mujer la degollaron, además de propinarle otras heridas en el cuerpo, y al hombre, que era lisiado y usaba bastón (no tenía la pierna izquierda), lo estrangularon con la soga de una hamaca, pero antes le cercenaron los testículos. El sitio era un impresionante reguero de sangre, tanto pasillos como escaleras, paredes y puertas estaban manchadas del líquido hemático, y las pisadas sangrientas del homicida llegaban hasta la calle.
El escenario del bestial doble homicidio fue un hotelucho de “mala muerte”, ubicado sobre la calle 52 con avenida Pérez Ponce, casi enfrente del antiguo Arzobispado.
Según las investigaciones, la pareja de ancianos, además de regentear la casa de hospedaje, se dedicaba a la venta de mariguana a tipos de baja calaña, y la posada era punto de reunión de viciosos y prostitutas y servía como “hotel de paso”.
Meses después sería detenido un sujeto apodado “El Doberman”, camillero que trabajaba en el Hospital Juárez del Seguro Social, quien esa noche del sábado 12 y madrugada del domingo 13 de marzo de 1983 acudió con otro individuo para comprar droga a los ancianos, pero tuvo un altercado con la mujer por el precio de la yerba y como llevaba un cuchillo, la atacó, cortándole la yugular, y luego mató al viejo, al que le tasajeó los genitales.
“El Doberman” salió libre años después, pero al poco tiempo falleció ahogado en playas de Progreso al sufrir una congestión alcohólica.
Dato curioso: la Sra. Alvarez, oriunda de Guanajuato, había aparecido unos meses antes en el programa de TV “Siempre en Domingo” de Raúl Velasco, ya que era propietaria de varios perritos chihuahua amaestrados que hacían un espectáculo.
El único hijo de la Sra. Alvarez, quien vivía en Guanajuato, nunca se presentó a reclamar la propiedad del hotel, que fue expropiado años después. Ese edificio lo ocupó la Escuela de Enfermería del IMSS.