Seguros Monterrey y el desprecio por la vida

La frialdad y la irresponsabilidad criminal se extiende a los agentes de seguros.

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A veces tomar distancia ayuda a ver mejor y a poner la vista en las cosas reales con las que se construye la vida. Enfrascados en los “grandes asuntos”, en muchas ocasiones nos perdemos y olvidamos que es ahí, en lo cotidiano, donde se encuentra la clave, el origen de los males mayores que nos aquejan, del engaño, el abuso, el fraude y la negligencia que todos los días quedaban impunes en México. Y para muestra un botón.

Un gran amigo, un hermano elegido, hoy es víctima —como muchos otros— del carroñero negocio de los seguros de gastos médicos mayores, en este caso la empresa es Monterrey-New York Life, que bajo un mañoso uso de las letras chiquitas y sin una supervisión médica adecuada dictaminó no hacer válida la cobertura de los servicios hospitalarios y la atención médica que necesita un paciente que sufrió un paro cardiorrespiratorio en una cirugía por una causa aún no determinada, algo que le podría haber ocurrido en el quirófano, en la calle o el gimnasio, y ha sido despojado de los miles de pesos que durante años pagó para mantener vigente su póliza precisamente para estar cubierto ante una eventualidad trágica como esta.

La frialdad y la irresponsabilidad criminal se extiende a los agentes de seguros, que simplemente se dedican a vender y no acompañan ni asesoran a sus clientes para poder gozar de los beneficios y coberturas del seguro que contrataron como hacen sus pares en otros países como España o Francia.

Todo ocurrió apenas el 19 de diciembre pasado; mi querido Ramón Serrano está aún vivo gracias al empeño del equipo de terapia intensiva del Hospital Durango de la Ciudad de México, y muy en especial a su médico tratante, el doctor Rubén Aguilar, un joven cardiólogo intensivista que como pocos comparte el dolor y las alegrías de sus pacientes y sus familias al tiempo que con solvencia defiende la vida de los seres humanos que están en sus manos.

La familia y los amigos de un hombre bueno y esforzado, como muchos empleados y emprendedores de este país que contratan seguros de gastos médicos para ellos y sus familias, se enfrentaron de golpe ante la negativa inhumana y tramposa de la aseguradora, al temor fundado de contar con recursos para afrontar la tragedia y hasta al rechazo de instituciones de salud pública cuya obligación es atender este tipo de casos.

Por fortuna, ese amigo-hermano no quedará en el abandono y ahora al IMSS y a sus mejores médicos les tocará sacarlo adelante.

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