Me detuve frente a la luz roja del semáforo y volteé a ver al conductor del vehículo detenido junto al mío. Era una mujer, joven, de 20 años, tan hermosa que era imposible de dejar de admirar. Pero grande fue mi sorpresa cuando la joven se llevó el dedo a la nariz y sacó un enorme moco que ingirió. 

Como estudiante de Medicina, la curiosidad me hizo investigar si el acto de comerse los mocos (mucofagia) es bueno o malo para la salud. Si bien es observado como falta de educación, es también un trastorno conductual que, sin llegar a una patología, nos da a entender que el paciente denota ansiedad y bloqueos emocionales. 

En los senos paranasales y la nariz se produce una mucosidad que, junto con las vibrisas (vellos nasales), evita el paso de gérmenes a los pulmones. Al juntarse los gérmenes en las vibrisas se forma el moco, el cual puede tener diferente aspecto y color según la patología que se presente o ser duro y seco cuando la persona no se encuentra enferma.

Es bien sabido que todo aquello que no es beneficioso para el cuerpo es expulsado de éste, como, por ejemplo, la orina; es el mismo caso para el moco, el cual al ser un conjunto de gérmenes es necesaria su expulsión para evitar infecciones en el tracto respiratorio, por ello es que se produce el reflejo del estornudo ¿Por qué ingerir algo que naturalmente deseamos expulsar?

El neumólogo austriaco Friedrich Bischinge opina lo contrario: según sus investigaciones consumir este desecho, además de ayudarnos a mantener las fosas nasales limpias, nos ayuda a mejorar el sistema inmunológico al encontrarse los gérmenes con células del tracto digestivo que no pueden infectar.

Sea cual sea la razón, si no quieres causar una mala impresión, mantén tus dedos lejos de la nariz y los mocos fuera de la boca.