La señora escondida del periodo colonial

Él y la difunta dama se enamoraron y decidieron huir y esconderse en la caverna, pero la muerte interrumpió el idilio.

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En una noche del año de 1681 se presentó ante al juez de Bolonchén, Campeche, Ambrosio Bermejo pidiendo que lo acompañaran, junto con un sacerdote y su sacristán, a cierto lugar cercano al poblado. Llegaron todos al sitio guiados por el peticionario a la entrada de la cueva Xtacumbilxunaan. Auxiliados con algunas luces bajaron, excepto el sacristán, hasta donde se encontraba una mujer recién fallecida. 

Bermejo explicó que diez años atrás, él y la difunta dama se enamoraron. Pero como ella era casada y él sacerdote decidieron huir y esconderse en la caverna. La muerte interrumpió el idilio. 

Después del relato, el doliente pidió al sacerdote trasladara los restos a un lugar para darle sepultura. El cura se negó y dijo al juez que detuviera al pecador para ponerlo en manos de la justicia. El juez dijo al hombre que se diera por preso. Ante la negativa de ambos a su solicitud, el exsacerdote prendió la mecha de un cajón lleno de pólvora que había preparado. 

La explosión hizo que grandes rocas de aquel recinto se desplomaran. El ruido despertó al sacristán que estaba en la entrada y fue al pueblo a buscar ayuda. La gente sólo logró sacar con vida al juez y así se supo de esta historia que escribió Alejandro Aguilar Rosas.

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