Hace unos días, el jueves 13 de noviembre pasado, el Ayuntamiento develó en el parque de Santa Lucía una placa conmemorativa de las 2,500 serenatas celebradas en ese rincón colonial de Mérida.

La ceremonia la encabezó el doctor Irving Berlín Villafaña, director de Cultura de la Comuna, y asistimos como invitados especiales la presidenta del Museo de la Canción Yucateca, señora Elena Fernández Moral de Espinosa, y su servidor, como iniciador de las serenatas semanales y presidente de la Sociedad Artística.

Mientras disfrutábamos las aplaudidas actuaciones de Sergio Cámara, Tony Espinosa, Los Juglares y el ballet municipal con la orquesta jaranera, mentalmente me trasladé hasta aquel jueves 14 de enero de 1965, hace casi cincuenta años, cuando con apenas 25 de años de edad eché a andar aquel ambicioso proyecto musical con la complicidad y apoyo del entonces alcalde don Agustín Martínez de Arredondo.

Desde entonces, hasta la fecha, muchos trovadores, cantantes, declamadores, grupos musicales, conductores y entusiasta público de vecinos y visitantes de nuestra ciudad se han dado cita en aquel emblemático sitio, que se ha convertido en un referente cultural de Mérida.

El parque de Santa Lucía lo escogimos como sede de las serenatas porque en mayo de 1924 un inspirado adolescente de apenas 18 años, nuestro inolvidable Guty Cárdenas, pulsó las cuerdas de su inseparable guitarra den busca de la primera melodía afloró de su joven corazón: Rayito de sol, con versos de su entrañable Ermilo Padrón López, quien, por cierto, fue mi asesor de cabecera desde 1965 hasta su sentida muerte en septiembre 14 de 1978. ¡Gracias, mi admirado y querido “Chispas”!