Sí al armazón PAN-PRD

Será un conglomerado de diferentes componentes, pero con distinta tolda que los representa.

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Será un conglomerado de diferentes componentes, pero con distinta tolda que los representa. Ahora será en una misma en la que los albergue y les brinde el espacio que usarán para  congregarse y hacerse bipartícipes de las atracciones que les tienen preparadas al electorado quintanarroense.
 
Los representantes nacionales para las negociaciones de las alianzas, Guadalupe Acosta Naranjo, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y Juan Manuel Oliva Ramírez, del Partido Acción Nacional (PAN), afirmaron en su visita al estado que la coalición en Quintana Roo se logrará, y no descartan la invitación a otros partidos y agrupaciones políticas, a  excepción del PRI y PVEM.
 
Acompañados por los tildes locales de los partidos respectivos, Julio César Lara Martínez y Eduardo Martínez Arcila, también pidieron al gobierno estatal se mantenga ajeno al proceso electoral en puerta para que se tengan elecciones en paz, “que se dedique a gobernar solamente… si el proceso es democrático sabremos ganar o perder”, aseguraron.
 
Las fuerzas políticas de oposición que hay en el estado conformarán nuevamente un encrespado conciliábulo de grupos, cuyas posturas suelen diferenciarse las unas de las otras con demasiada frecuencia. De ese jaez, azas, el PRI tendría enfrente a una sola oposición en armadijo.
 
Tal decisión está dividida. Es inocultable que existen discrepancias importantes entre los otrora coopartiquinos de izquierda –verbigracia el renegado tilde del PT–, junto con el total desacuerdo de acendrados líderes del tribal perredista, y de los mismos conservadores panistas, anteponiéndose a integrarse en coalición.
 
Sólo convergen en su rechazo a la bandería tricolor, aunque cada cual valora al contendiente a su manera.
 
Baste observar la amplia gama de opiniones disímiles que emergen de todas esas oposiciones para darse cuenta al integrar una composición en total desafío de las leyes físicas y espirituales, como mezclar el agua con el aceite o a Dios con el Diablo, inusitadamente, ahora juntos.
 
Aunque esa dilatada diversidad los hace parte de su naturaleza antagónica, es innegable que allí se encuentra uno de los orígenes de otro escenario de pantomima, precisamente por la dificultad que atañe al fallido propósito de ser distintos, pero van juntos por el reparto del pastel con la vehemencia de armarse con una caracterización antagónica compartida para contender con la izquierda, utilizando la derecha.
 
En esta nueva era pareciera que solo una galería estridente puede asumir protagonismo. Escasamente en la oposición se halla quien señale caminos distintos que marquen el ritmo de innovación y progreso. El punto es que el voluntarismo está por demás en estos delicados asuntos con los que ha tocado bregar electoralmente en el estado.
 
La ponderación con la cual se propaga una lucha callejera y de intervención policíaca, en la que aducen que está prohibido hacer trabajos de bienestar social en la que llaman en defensa de la “autonomía”, es estéril.
 
En la percepción de la opinión pública, donde la ciudadanía tiene su propio criterio, específico, por lo que la gran mayoría comparte la buena decisión de lo que se conoce como brigadas del bienestar social emprendidas por el gobernador del estado, esas que ningún líder responsable puede desatender, aunque entes con mentes antagónicas le reclamen empeñados en interpretar, desde su particular punto de vista -defender a su bailío-, aún en contra de la decisión soberana del estado. Como lo hace el alcalde perredista, Julián Ricalde.
 
Los criterios antagónicos son de soberbia y terquedad, además del enmarañado de conflictos que generan en sus reclamos. Uno, tal vez el más importante, está referido a las formas de lucha contra el régimen priísta en turno, en un tema en el cual el referido alcalde, Julián Ricalde Magaña, cree tener la razón y sólo la razón. En total cerrazón.

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