"Sin perdón, no puede haber un amor perdurable"

El amar es liberarse del temor, del odio y de las venganzas, ya que estos son opresores y contraproducentes.

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Sin perdón, no puede haber un amor perdurable”. Qué importante es perdonar para sanar y volver a empezar. Tenemos tanto rencor en el alma que no dejamos espacio para que entre la felicidad. Si no perdonamos, no crecemos, no somos libres. Para perdonar necesitamos una fuerza sobrenatural que nos impulse a dar el perdón con amor.

El amar es liberarse del temor, del odio y de las venganzas, ya que estos son opresores y contraproducentes. Nos agotan intelectualmente y emocionalmente. ¡Cuanta gente hay enferma porque no ha podido perdonar! El rencor estorba, es un obstáculo, una barrera infranqueable.“Si no perdonamos a los demás, no podemos esperar que se nos perdone”. He conocido personas que tienen el rencor a flor de piel y no han perdonado a la suegra o a un hermano con un problema que surgió ... ¡hace 30 años!

Por supuesto que perdonar no es un proceso fácil. Especialmente si la ofensa ha sido grave y la herida profunda. Pero el primer paso que debemos de dar es desear perdonar, y tener la voluntad de entender y tratar de olvidar.

A veces nace la frase “yo perdono pero no olvido”. Y tal vez es bueno perdonar y no olvidar para no volver a caer en las redes de aquella persona y volver a ser agredido y lastimado. Recuerdo el testimonio de una amiga cuya hija fue agredida por un sujeto. La familia ya perdonó al que agredió, pero no van a la casa y evitan a esa persona para no volver a ser lastimados.

Cuando estamos resentidos, exageramos lo malo y minimizamos lo bueno que hemos recibido. Somos injustos. Cuando nos sentimos ofendidos, automáticamente nos percibimos como víctimas, olvidando que en muchas otras ocasiones hemos sido nosotros los ofensores. Tal vez el agresor ya ni se acuerda de nosotros y lo llevamos en la mente todos los días lanzándole maldiciones e improperios.

La forma de iniciar el proceso del perdón es recordar que todos fallamos, que somos débiles y que estamos sujetos al error y que tenemos limitaciones. Y que honestamente nosotros, dadas las circunstancias, podríamos caer en lo mismo que criticamos. Si somos sensatos, debemos de discutir desde un principio nuestras actitudes y esperanzas, aceptando y admitiendo de antemano nuestras debilidades. Solamente así se puede crecer como un ser humano en lucha de lograr la plenitud.

¡Cuántos matrimonios se han desintegrado por falta de perdón! “En una relación de amor”, estas actitudes y acciones, siempre funcionarán. Si reconocemos que fallamos y estamos en lucha de no volver a lastimar y tropezar con la misma piedra y de nuevo agredir. “Dile a tu pareja que la amas”, no sólo con palabras, sino con hechos y actitudes. No supongas que esto se adivina; aunque veas que se inhibe al principio, insiste y sigue manifestando tu amor.

Lo hemos dicho y lo repetimos: “Tu pareja no quiere saber que la amas, quiere sentir que la amas”. Felicita a tu pareja por todo lo que hace bien. Y si falla, no la critiques ni la desacredites. ¡Refuerza su esfuerzo! Eso es: manifiéstale tu amor, pues el amor que no se manifiesta con obras, son palabras muertas.

“Expresa tus emociones”: di cuando te sientas enojado, frustrado o deprimido, así se entenderán mejor tus actitudes. Cuando estés contento, exprésalo con alegría. ¡No te deprimas! trata de tener detalles que hacen la vida agradable, no esperes a que llegue su cumpleaños para darle un regalo. ¡Se espontáneo!

En el matrimonio hay que estar en lucha de vivir enamorando a la pareja todos los días, pues el amor es una llama que con mucha facilidad se llega a extinguir, si no perdonamos, aceptamos y estamos en lucha de volver a empezar cada día en ser feliz con el perdón. Bien dice Unamuno: “Perdonar es sanar y volver a empezar. Nunca se perdona bastante, pero se olvida demasiado”. 

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