Sin ton ni son

Si los priistas consideran que Renán Barrera hizo un pésimo trabajo, entonces, en un acto de dignidad y congruencia, deberían rechazar sus suculentos finiquitos. Pero no lo harán.

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En unos cuantos días, la administración municipal que preside Renán Barrera Concha, junto con el Cabildo entero, terminará sus funciones y, por supuesto, los funcionarios y todo aquel que sólo cobró por levantar la mano en las sesiones quedarán a consideración y juicio de la ciudadanía. Bien o mal, los altos mandos y sus achichincles habrán pasado a mejor vida, claro, profesionalmente hablando.

De Renán Barrera ya se ha dicho demasiado: que si no trabajó bien; que si desperdició tiempo en el pleito de las luminarias chinas heredadas por la decepcionante gestión priista de Angélica Araujo Lara; que si toleró corrupción; que ignoró a las clases populares y más fregadas; y que si trabajó para pagar favores políticos. En fin, los detractores nunca faltaron ni faltarán, aunque él ya no sea la principal autoridad en Mérida.

Pero también es importante señalar que si bien “Reni” tuvo oscuros episodios en los que realmente debió tratarlos con más diplomacia política y, quizá, con asesores mejor preparados y no sacados de las “élites popofinas” que nunca comprenderán a la llamada raza, otra gente dentro de la administración sólo opuso resistencia sin ton ni son, simplemente por orden de una supuesta autoridad priista.

En este caso, los regidores del partido tricolor, especialmente Enrique Alfaro y Rubén Segura, fueron una constante piedra en los finísimos zapatos que Barrera Concha utilizaba todos los días. Por orden de “quién sabe quién”, los regidores del Revolucionario Institucional le dijeron ma’ (no, en maya) a todo lo que se proponía en el Cabildo, bajo el argumento de que el alcalde en funciones actuaba autoritariamente y jamás les informaba lo que se iba a hacer o, al menos, discutir.

Pero de entrada fue así. Sólo basta recordar que el regidor del PRI Enrique Alfaro Manzanilla, cuando tuvo la oportunidad, durante una de las primeras sesiones de Cabildo, arrebató el micrófono y se le plantó a Renán Barrera, incluso de manera desafiante, casi retándolo a golpes. Me imagino que si hizo aquello es porque tenía el respaldo de su compañero Gustavo Espadas hijo, ex campeón mundial de boxeo. ¿Solito también?

PRIMERA CAIDA.- Correcto. Renán Barrera habrá cometido miles de desmanes que culminaron en saldos negativos para la gestión municipal y, por ende, contra la ciudadanía, pero el diálogo era urgente y ninguna de las partes cedió. No obstante, la censura a lo más pequeño e irrelevante fue la tónica de los regidores del tricolor que, por supuesto, sólo fueron corderitos de su más alto pastor.

SEGUNDA CAIDA.- Como sucede en la exótica política mexicana, gran parte de esos regidores del PRI tendrán su “recompensa” al ser nombrados funcionarios partidistas o gubernamentales, aunque ocupen puestos de tercera categoría, pero siempre en la ubre.

TERCERA CAIDA.- Si los priistas consideran que “Reni” hizo un pésimo trabajo, entonces, en un acto de dignidad y congruencia, deberían rechazar sus suculentos finiquitos. Pero no lo harán, ¿verdad?

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