Sólo una oportunidad
Sin reparar en esfuerzo, tiempo, dedicación y poco espacio para la atención, nos entregamos en cuerpo y alma al quehacer cotidiano, pero esta vorágine nos aparta de las cosas realmente importantes de la vida.
Una tarde lluviosa le tocó consultar a doña Martha, que, dicho sea de paso, es amiga de la familia y me conoce desde joven. Esta paciente acudía para revisar estudios solicitados, ante la evidente pérdida de peso y molestias digestivas.
La sospecha diagnóstica se confirmó. La endoscopía, estudios tomográficos y de laboratorio confirmaban lo que la clínica sugería: tenía cáncer de estómago. Rompió en llanto y exclamó: “Dios mío, sólo quiero otra oportunidad”.
En ese momento, me asaltaron sentimientos encontrados, ya que mi paciente se había caracterizado por ser una mujer luchadora, tenaz y sin temor al reto. Con gran ejemplo y valentía había sacado adelante a sus hijos y otros miembros de la familia. Interrumpiendo el sollozo le expliqué sobre los avances de la ciencia y sus posibilidades de tratamiento en manos expertas y le pedí que me dijera a qué se refería con otra oportunidad: ¡Para rectificar!, me contestó.
Sin duda, amable lector, vivimos todos los días con la esperanza del prometido mundo magnificente y justo de los políticos decadentes. Sin reparar en esfuerzo, tiempo, dedicación y poco espacio para la atención, nos entregamos en cuerpo y alma al quehacer cotidiano, pero esta vorágine nos aparta de las cosas realmente importantes de la vida: nuestra salud y nuestra familia.
¿Cuántas veces, al levantarnos por las mañanas, abrazamos a nuestra pareja y le decimos cuánto la queremos o preguntamos a nuestros hijos en qué les podemos ayudar y ni qué decir de nuestros padres, a quienes desde hace tres semanas ni siquiera les hablamos por teléfono para ver cómo se encuentran? ¿Sabes tú cómo se siente tu compañero de trabajo o sólo le reclamas no haber realizado X o Y tarea, mofándote de forma sarcástica de su omisión o de la actitud mostrada ese día? ¿Qué parte de la historia no leemos?
Sirva mi columna de hoy para reflexionar sobre nuestra salud mental, personal, laboral y social. La vida es tan frágil como para “gastarla en infiernitos”. Sirva el ejemplo de doña Martha, quien, como muchos de nosotros, de forma tardía intentó resarcir sesgos o errores del sempiterno devenir, ante la posibilidad de la muerte. Sirva para hacer un llamado de atención y dejar de pensar que ir al doctor -si nos sentimos bien-, es sólo perder tiempo y dinero.
Sirva para asegurarte que de algo te vas a morir, pero que no estás solo en la vida y hay gente que te rodea y que aún te necesita con vida y buena salud.
Mañana es 18 de julio, hoy es momento de hacerlo, mañana puedes estar muerto. Recuerda que a diferencia de doña Martha ¡aún tienes otra oportunidad!