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La apertura da alas. Abrir la mente a nuevas ideas nos hace pensar...

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La apertura da alas. Abrir la mente a nuevas ideas nos hace pensar que, de repente, todo cuando existe en el mundo se aplica a nuestra realidad, aunque no sepamos bien cómo usarla. Y eso es lo que está sucediendo con la “moda Uber”. 

Bien sabemos que este tipo de transporte no puede aplicarse en Quintana Roo, pues por ley, el servicio sólo lo ofrece quien tenga una concesión por parte del Gobierno del Estado, y Uber se maneja como un ente privado y sin sindicalizados. La pura gloria de la era digital, la verdad, máxime en estos tiempos en lo que México sufre ya muchos daños por las corruptelas gremiales. 

Las redes sociales “claman” porque el servicio de transporte emanado de ellas mismas llegue al Caribe mexicano, aún más cuando ya plantó sus reales en Yucatán. Para intentar acercarse a este demandante segmento de mercado, los sindicatos de taxistas hacen su lucha y buscan modernizar su oferta, pero se les olvida que también deben mejorar a sus ofertantes y la forma en cómo trabajan. El fondo, pues, más que la forma. 

Uber tiene encantada a la sociedad digital por una razón. ¿El servicio? ¿Las tarifas? ¿Los vehículos? Para nada. Su carta bajo la manga es que representa una alternativa a los sindicatos y la mala imagen que se formaron por dormirse en sus laureles. Así es. Preguntemos a cualquiera por qué quiere usar Uber y casi irremediablemente, terminará aceptando que está harto de los taxistas, dando más quejas sobre estos, que argumentos sobre aquello, eso sí, siempre afirmando que es la panacea y entrada de lleno al “primer mundo” del transporte privado. 

Esa fascinación por Uber corre el riesgo tan mexicano de ser una llamarada de petate. Por más internet, redes sociales, teléfonos inteligentes o lo que sea que lo mantenga en la “onda digital”, al final, los usuarios nacionales tienden a desencantarse cuando nos topamos con la realidad, en este caso, el costo real de un servicio de calidad, para el cual, con la pena, estamos muy lejos de comprender. 

En el común de la sociedad, se ve a Uber no como un servicio de transporte privado, sino, casi como una limosina rentada: el usuario exigirá puntualidad extrema, cuando apenas y tienen capacidad para leer un reloj; tratará al chofer como a un empleado de baja ralea, con la misma prepotencia con la que se interactúa con el dependiente de una tienda; y al final, terminarán reclamando como un daño a las arcas nacionales, el que el conductor de la unidad no les ofreció agua mineral de las montañas de Francia, “por qué en internet decía que así debe ser”. 

Para exigir un servicio de primera, antes debemos ser usuarios y ciudadanos de primera. Y de eso, sabemos muy bien que no podemos presumir, ni obtenerlo bajando una aplicación a nuestros teléfonos. 

“Donaldo Trompeta” 

Las primarias de los partidos Demócrata y Republicano, en Estados Unidos, están bajo la sombra de Donald Trump, peligrosa figura que hoy por hoy, genera “tweets” en México más que la cotización del dólar o los casos Ayotzinapa y “La Casa Blanca”. 

Las elecciones internas de los partidos gringos tienen, si no en vilo, sí con un ojo al garabato a los mexicanos, deseosos tal vez de rebatir en redes sociales los dichos xenófobos y anticuados del magnate republicano, actitud que cuesta mucho no contrastar con la apatía y desinterés con que se viven otras “primarias”, cierto que no tan mediáticas, pero sí, de mucho mayor relevancia, al menos en el corto plazo.

Las precampañas en el estado están a un tiro de piedra. Los procesos para la “selección” de los candidatos traerán mucha, pero mucha más grilla y notas chuscas que los que Trump, Sanders, Clinton, Cruz o Rubio podrán darnos, pero al quintanarroense poco le importa, y no hago aquí un llamado a la cerrazón tipo la anticuada Doctrina Estrada, sino que ese interés por “saber qué dijo ahora Donald”, podría sernos muy útil para conocer, si es que queda algo por saber, quienes son los aspirantes (y sus comparsas) que intentan convencernos de votar por ellos en junio. Vamos, que bien podríamos tener los dedos listos para “tweetear” sobre nuestra realidad política, tanto como para recordarle su progenitora a Trump. 

Además, si lo que buscan es grilla electoral en internet, créanme, en Quintana Roo los “bots” colorados se avientan muy bien los tiritos en las redes sociales en defensa de sus figuras, tanto o más que la horda de “WASP” y desempleados que defienden al inminente candidato republicano. 

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