El tema es de una gran complejidad. Por el antecedente de que la solución se ha postergado por décadas o bien se han dado avances que luego se pierden, es entendible que exista una buena dosis de escepticismo  en que ahora –por fin– se den pasos concretos y perdurables. Sin embargo, es un problema que no admite mayor dilación en cuanto a su solución.

Me refiero a lo impostergable que resulta rescatar los espacios públicos de la invasión del ambulantaje. Problema ante el cual una autoridad municipal no puede ser omisa ya que es una “bola de nieve” que amenaza con crecer y aplastar todo esfuerzo de armonía y belleza de nuestra  ciudad. La solución no es fácil por todos los intereses  afectados y más aún cuando en algunos casos –no todos– existen causas atribuibles a la pobreza y falta de empleo legal.

De allí que sea inteligente y justo iniciar con distinguir entre los casos de quienes buscan condiciones adecuadas y legales para trabajar y apoyarlos,  y aquellos en que se trate de mafias explotadoras.

Por muy difícil que sea, una autoridad responsable debe tomar decisiones que privilegien el bien común por encima del bien particular. Y desde luego nada mejor que hacerlo involucrando a la sociedad.

Por ello es adecuada la conformación del Consejo de Colaboración Municipal de Mercados para atender esta problemática. No como una estrategia de formar comisiones para que en el análisis se de la parálisis y nada suceda, sino como un mecanismo gobierno-sociedad para que  el diálogo y la unión de esfuerzos den por fin soluciones concretas  y perdurables en el tiempo.

Saludable es que se den plazos concretos para ver avances. Si como se ha dicho el último día de marzo se empieza a notar la recuperación de algunos perímetros de la ciudad,  el proyecto empezará a ganar credibilidad y apoyo social que mejoren sus expectativas de éxito.

Eso lo deseamos todos.