¡Son radiactivos, Jacobo, radiactivos!

Cuando se supo que se habían robado unos materiales radiactivos del IMSS, de inmediato supuse que se trataba de los archivos secretos de Calderón y Molinar Horcasitas sobre la tragedia de la guardería ABC.

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Cuando se supo que se habían robado unos materiales radiactivos del IMSS, de inmediato supuse que se trataba de los archivos secretos de Calderón y Molinar Horcasitas sobre la tragedia de la guardería ABC. Documentos clasificados que explican por qué, ante tamaña historia, ambos personajes se hicieron como Tío Lolo.

Pero no, eran verdaderos materiales radioactivos que el instituto resguarda con gran celo (seguro lo robaron pensando que tendría medicina para reumas) y que como en la película Volver al futuro, se tuvo por un momento la idea de que podían ser usados por terroristas chiitas para desatar un guerra ¡nuclear, Jacobo, nuclear!

Una bonita aventura rápida y furiosa que seguramente nos llenará de orgullo como la selección nacional que, de entrada, parecía una cortina de humo para que nos olvidáramos de la espléndida reforma electoral que parece haber sido rescatada de los incendios de la casa de Usher. 

Un tema doloroso, pero necesario. Aunque el siempre eficiente Murillo Karam haya quedado en la incertidumbre con la conversión de la PGR en Fiscalía (así los michoacanazos tendrán calidad ISO9000), siempre renueva el espíritu positivista del orden y progreso saber que los plurinominales llegaron para quedarse y que la reforma político-electoral los trató como se trata a la novia.

Todo con una pequeña ayuda de un alto porcentaje de legisladores perredistas que demostraron, una vez más, su compromiso por una patria más fuerte y mejor

Como sea, por mí se pueden reelegir hasta que se lleven su curul a Gayosso o cuando el Instituto Nacional Electoral sea reconocido como el sexto dan de los elefantes blancos, por encima de la Estafa de luz, o desparecer partidos políticos que no lleguen a 5% de la votación (a ver si tiran al PVEM al río para mirarlo cómo se hundía)… pero lo que parecía inconcebible es que los pluris, esa clase política superior, las lobukis y papaloys de la real politik, las ladys y los gentlemen con fuero, estuvieran en peligro de extinción. 

Eso habría afrentado al eterno.

En la política como en lo oscurito de San Lázaro, el respeto al pluri ajeno es la paz.

Ni modo de obligar a estos niños mimados de la vida a tener que ganarse los votos recorriendo distritos y comprometiéndose con los votantes, además de con sus intereses. A lo mejor todavía se puede hacer una adenda para que a los pluris les den Cobalto 60 en sus curules. 

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