Soy tu doble

Podrá tener una producción digna de la BBC, pero Soy tu doble no vale ni tres cacahuates, no va hacia ningún lado, no trata de nada.

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Cuando veo Soy tu doble a las 19:00 por “trece” me tengo que amarrar a la silla para no correr a la televisión y agarrarla a golpes.

¿Por qué? Porque se me hace el desperdicio de dinero más grande del mundo.

No me quiero ni imaginar lo que costó ese escenario, el dineral que hay detrás de cada uno de esos números musicales ni el monto de la nómina.

En serio, en este país existen producciones caras y Soy tu doble.

¿Y? ¿Qué tiene esto de malo? ¿Por qué me tendría que molestar algo que en esencia parece tan bueno?

Porque es dinero tirado a la basura. Soy tu doble, como cualquier programa de televisión que aspire a convertirse en algo, debió haber comenzado desde la más completa austeridad, ganándose al público y a los anunciantes poco a poco, a base de resultados.

Acuérdese de cómo empezó Ventaneado, de cómo inició La academia, de cómo era el primer Cosas de la vida.

¿A poco arrancaron en escenarios monumentales, con un derroche de luces y vestuario, o con un montón de estrellas que cobraban lo que querían? ¡Por supuesto que no!

¿A quién le importa eso? Cuando uno enciende el televisor lo que menos le interesa es la forma. ¡La clave es el fondo!

Ventaneando se convirtió en Ventaneando por sus críticas, no por sus muebles. La academia se convirtió en La academia por su autenticidad, no por sus efectos especiales.

¿Y qué me dice de Cosas de la vida? Rocío Sánchez Azuara se convirtió en la primera gran reina de los talkshows de este país, en tiempos muy, pero muy complicados, por su estilo, no por su ropa.

Soy tu doble podrá tener detrás una producción digna de la BBC, pero no vale ni tres cacahuates, porque no dice nada, no va hacia ningún lado, no trata de nada.

Hasta el día de hoy estoy dándome de topes en la pared tratando de entender qué caso tiene que ese reality show de imitadores lo gane alguien.

Da lo mismo si lo gana uno u otro, si alguien avanza a la siguiente etapa, lo premian o lo descalifican.

¡No pasa nada! No me identifico con nadie y estoy convencido de que ninguno le va a quitar la chamba a nadie.

No entiendo por qué hay famosos y por qué hay desconocidos, mucho menos los parámetros de evaluación de un puñado de jueces que un día dicen que buscan una cosa y al otro otra.

¡Pobres concursantes! Se deben estar volviendo locos tratando de atinarle a los caprichos de cuatro individuos cuya palabra no pesa absolutamente nada en la industria y que, para colmo de males, se ponen a bailar la mitad de sus presentaciones.

¿Dónde está el show, con los imitadores o con los jueces? ¡Quién puede tomar en serio algo así!

Sé que el conductor es Alfonso de Anda, un paisano que supuestamente es muy conocido en Estados Unidos.

Con la pena, yo no vivo allá. Para mí, Alfonso no es nadie ni siquiera como parte de la marca Azteca.

Hubiera preferido, mil veces, que el titular de esa emisión hubiera sido alguno de los muchísimos talentos que han dejado su vida en Trece desde 1993 a tener que chutarme a alguien que no significa nada para mí como seguidor de esa empresa.

Sí, yo sé que este Soy tu doble es mejor que el que se hizo en 2012 (¡imagínese!) y que esta emisión está mucho más cuidada que la mayoría de las que se hacen en otros rincones de América Latina, pero eso no la justifica.

¿En qué cabeza cabe convertir un reality show de fin de semana en un programa de entretenimiento para transmitirse por las tardes, noches, en frecuencia de lunes a viernes?

Si hubiera sido la primera ocasión que un concepto así se hacía en México, ¡órale!, hubiera pasado como experimento, pero no fue así.

Todos conocíamos o el primer Soy tu doble o Parodiando o Tu cara me suena.

¿Resultado? Una traición a un concepto, el alargamiento de algo que no estaba diseñado para alargarse de esa manera.

¿A quién se le antoja ver en cinco días lo que antes se aventaba en dos horas?

¡A nadie en su sano juicio!

Sí, este esquema de meter un programa de talentos de lunes a viernes se está poniendo muy de moda en otras naciones de nuestra región, pero es por saturación.

Los reality shows diarios de canto, baile, chistes e imitaciones se están utilizando como puente para que la gente descanse después de haber visto muchas telenovelas y para que, posteriormente, pueda regresar a ellas.

Ya lo habíamos hecho en México cuando XE-TU, La hora del gane y hasta con la legendaria barra de comedia del viejo Canal 2. ¿Se acuerda?

Pero Soy tu doble no es puente para que el público se relaje después de haber visto muchas telenovelas. ¡Venimos de Cosas de la vida! ¡No lo necesitamos!

¿Qué va a pasar aquí? ¿Quién sabe?, pero es un reto monumental para Trece, para los hábitos y costumbres de los televidentes mexicanos y, por supuesto, para la carísima producción de ese reality show, sus jueces y participantes. ¿O usted qué opina?

http://twitter.com/AlvaroCueva

www.facebook.com/AlvaroCuevaTV

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