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Tal y como se lo dije en Twitter, acabé muy deprimido después de ver el Supertazón.

El partido se me hizo una mugre. La transmisión, malísima. El medio tiempo, pavoroso. Honestamente, me la pasé muy mal.

Vámonos por partes para que entienda mi decepción. El Supertazón es una de las más grandes fiestas de la televisión nacional e internacional.

Sí, yo sé que suena muy extraño que le diga esto, sobre todo, porque le estoy hablando de un fenómeno nacional, pero así es.

En los últimos años y gracias a una afortunada combinación de factores, este partido de futbol americano se ha convertido en algo básico, no solo para la población de EU, también para la de México y toda América Latina.

A lo mejor los ratings no son enormes, ¿pero qué me dice de todo el dinero que se genera en medios alrededor de esta fiesta? ¿Qué me dice de los anunciantes? ¿Qué me dice de nuestra vida cotidiana?

Si el Supertazón no fuera un cañonazo nacional, no habría tantas promociones de tantos productos y servicios, en tantas ciudades, todas relacionadas a este juego.

E, igual, si no fuera un exitazo, explíqueme el fenómeno de opinión pública en las redes sociales. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Yo, en lo personal, soy un gran admirador del Supertazón, porque ahí vemos un rostro francamente hermoso de Estados Unidos.

Vemos a ricos y pobres, hombres y mujeres, blancos y negros, niños y adultos, muy unidos, muy orgullosos, muy civilizados. ¡Guau! Qué diferencia respecto a lo que sucede en nuestros estadios.

Y no lo digo por una cuestión de malinchismo. Creo que sí deberíamos reflexionar sobre nuestro comportamiento en los espacios públicos, sobre las cosas que le decimos al mundo cuando vamos a una fiesta deportiva y, lo más importante, sobre las cosas que nos unen y nos separan.

En fin, la parte de las críticas al juego se la dejo a mis compañeros de La Afición. ¿Qué le puedo decir de la transmisión oficial? Lo nunca visto: la dirección de cámaras era mala.
Hasta tuve que consultar con una amiga que se dedica a eso para ver si no era yo el del problema.

Pero no, a pesar de la inmensa cantidad de recursos técnicos y económicos con la que los responsables del Supertazón contaron en esta ocasión, la decisiones no fueron las mejores, el ritmo era lento y los cortes no entraban cuando tenían que entrar.

¿Cómo es posible? ¡Estamos hablando de uno de los eventos deportivos más importantes del mundo!
No, pero el colmo del terror fue cuando llegó el espectáculo de medio tiempo y el sonido de la señal que nutría a las frecuencias regulares de nuestros cables, antenas directas al hogar y canales abiertos venía con problemas.

Hago la aclaración de que se trataba de esa señal, porque del sonido tanto en Estados Unidos como en los canales HD fue impecable. Pero el otro audio, el que escuchamos muchas personas, como de festival escolar de rancho sin recursos. ¡Pésimo!

Sí, casi al final se corrigió, pero estamos de acuerdo en que no estábamos viendo el concierto de la kermés de la parroquia, ¿verdad? ¡Era el Supertazón! ¡Dinero sobre dinero! ¡Cómo!

A esto súmele que nada que ver entre la pobreza de Bruno Mars y la humillación de haber llevado a los Red Hot Chili Peppers de patiños frente al recuerdo de espectáculos como el de Madonna. ¡Qué triste!

¿Qué le puedo decir de los canales que forman parte del menú mexicano que cubrió el Supertazón?

Primero, que NFLNet, aunque por cuestiones de derechos jamás nos pasa este evento, por primera vez nos abrió su señal a lo grande, con todo y esos comerciales que medio mundo celebra. ¡Fue maravilloso! ¡Gracias!

Segundo, que, en general, presenciamos un trabajo muy digno por parte de todas las televisoras abiertas y de paga que fueron a Nueva Jersey.

Olvídese de las payasadas de otros años. ESPN trabajó muchas más horas que los demás con un rigor, espléndido, admirable.

FoxSports llevó más talento que nadie y jugó con la parte del entretenimiento de una manera excelente. ¡Bravo!

¡Maravillosa combinación!

Televisa volvió a regalarnos una fiesta total, padrísima, y Azteca nos dejó con la boca abierta. Lo hicieron muy bien.

En verdad los mexicanos, todos, nos hemos vuelto particularmente buenos para cubrir este evento.

A lo mejor a usted le gusta más Enrique Garay que Antonio de Valdés. A lo mejor a usted le cae mejor El Furby que Inés Sainz. O, como yo, siente una gran admiración y respeto por Fernando Von Rossum.

Pero esos ya son gustos personales. A mí me tocó preguntarlo en redes y fue muy sintomático. Muchas personas me decían que equis conductor les parecía el mejor, pero otras, al rato, me decían que ese mismo señor o esa misma señora, era el peor.

Aquí lo importante es que usted sepa que, a pesar de las broncas de origen, pudimos elegir, tuvimos opciones y eso hay que celebrarlo. ¿O usted qué opina? 

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