Una vez que se habló de que hubo negligencia al momento de informar con tiempo suficiente a la población sobre la magnitud de las tormentas, no podía faltar el clásico ¡te lo dije! Es de mal gusto que en medio del caos que se vive en lugares como Guerrero, Veracruz o Tamaulipas, hoy las autoridades federales y estatales estén ocupadas en echarse la culpa entre ellos.

La Secretaría de Gobernación creó un sitio de internet para mostrar la evidencia de las alertas con los documentos oficiales que enviaron a los estados; además, los titulares de esa dependencia solicitaron a los gobiernos estatales que expliquen cuáles fueron sus actuaciones. En respuesta, el Gobierno de Guerrero detalla a través de su portal “Prevención Manuel” todas las acciones a manera de informe cronológico, se detalla cada uno de los mensajes que van desde los tuits del Gobernador Ángel Aguirre hasta los boletines emitidos. 

Y esto ¿para qué? A estas alturas importa poco quién advirtió y quién hizo caso omiso. Todas las baterías deberían estar orientadas en apoyar a quienes perdieron prácticamente todo. Imaginé que estaban levantando a esas comunidades, y no con la actitud infantil de echarse la culpa.

Si supuestamente las autoridades estaban conscientes de la amenaza que representaban Ingrid y Manuel, deja mucho que desear el que funcionarios claves de Protección Civil estuvieran en Las Vegas durante los días más críticos. Me refiero al subprocurador de Auditoría Ambiental y al director del Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden). 

Omisiones e imprudencias las hubo; pero hoy nadie acepta responsabilidad alguna. Desafortunadamente, ofrecer disculpas y el que hoy conozcamos sus protocolos preventivos de principio a fin, no hará que revivan las personas que perdieron la vida.