El teatro lo hacemos todos

La 36a Muestra Nacional de Teatro 'La Rendija' definió una visión incluyente que dio lugar al teatro comunitario, los nuevos caminos del teatro y, por decirlo de alguna manera, “el teatro convencional”.

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Con fuerte presencia del teatro que se hace en Yucatán, se llevó al cabo la 36a Muestra Nacional de Teatro. “La Rendija”, “Murmurante Teatro” y mi compañía “Saas Tun” fueron seleccionados para participar en dicha muestra realizada en Aguascalientes.

Una muestra que definió una visión incluyente que dio lugar al teatro comunitario, los nuevos caminos del teatro y, por decirlo de alguna manera, “el teatro convencional”. Sin duda es un esfuerzo artístico y operativo que cae en los organizadores: César Tapia y Alma Rosa Castillo, quienes, junto con la dirección, transcurren estos 10 días con el alma en vilo, confiando en que los grupos compartirán su trabajo en la mejor plataforma posible.

Es de resaltar la entrega de los técnicos y tramoyistas, esas manos que están detrás del escenario, que nadie ve y pocos mencionan. Nosotros tuvimos una grata experiencia con los técnicos que acompañaron nuestro montaje, no sólo por su profesionalismo, sino también por su respeto  y complicidad. 

Personalmente quedé prendada del protagonista de “Maroma Mixteca”. Una propuesta de teatro comunitario que si bien no tiene un desarrollo histriónico profundo en todos sus participantes, ni goza de una dramaturgia sólida,  sí presume de un extraordinario artista que representa a la comunidad. Me parece de esos cómicos extraordinarios, aquellos reyes de la carpa que ya no están entre nosotros. Cuando lo vi salir me acordé de Héctor Herrera “Cholo” y no pude evitar alguna lágrima.

Al final del espectáculo el señor sube a un trapecio improvisado y ahí -muy cerca del cielo- hace maromas aprendidas de manera autodidacta, pide a sus ayudantes lo dejen respirar un segundo y entonces, sin arnés ni red de protección, se lanza a las alturas ante el asombro,  gritos y nervios de los espectadores. Temimos que se cayera, que no midiera el nivel de riesgo y descuidara su vida por complacernos, pero él sabe muy bien su trabajo; voló y voló para recordarnos que en las comunidades se hace ese teatro que por breves segundos toca el cielo.

La Maroma Mixteca cerró la muestra como una metáfora de sí misma: tiempos breves donde organizadores, dirección artística y artistas, pretendemos que nuestro teatro sea capaz de rascarle la barriga al cielo.

Las críticas están ahí, pero la crítica es parte vital del teatro; lo que se mueve, lo que avanza, lo que transforma es lo que está vivo, por eso muestra su vulnerabilidad, sus puntos flacos y también su capacidad para identificarnos y recordarnos que el teatro lo hacemos todos.

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