Hoy estoy retentado, con eso de los cambios de clima, calor, lluvia y frío, eso me hace comentar algo que es parte importante en mi vida, el teatro regional; empezaré por lo siguiente: desde sus inicios hace más de 100 años hasta el día de hoy, nunca ha tenido la necesidad de estar plagado de  insultos, vulgaridades y leperadas, y, hago la acotación, no estoy en contra de la comedia de insultos, ni de los que la llevan a cabo; simplemente no es correcto que digan que es teatro regional sólo porque se hace en la región…

Sólo falta que canten unos versos llenos de insultos, pero por ser de la región y estar en ritmo de bolero, bambuco o clave, vayan a decir que es trova yucateca; por favor, sería de mucha vergüenza…

Hay que hacer mucho por el teatro regional, porque en él están inmersas nuestras muestras culturales, como nuestro folklore dancístico, nuestros usos y costumbres que tanta grandeza nos dan como mayas que somos. Agradezco a mi padre que me enseñó dos principios básicos: uno, respeto al escenario, y dos, respeto al público.

Agradezco que mucha gente siga la lucha por este teatro, como Andrea Herrera, quien lleva en las manos el legado del primer teatro de marionetas en México y que promovía nuestro teatro con la magia de los títeres, y Conchi León, que hoy por hoy no sólo es una de las mejores dramaturgas de México, sino que pone en alto el nombre de Yucatán con su talento.  

Gracias al gobierno que hoy lleva a las colonias la siembra de nuevas semillas del teatro regional, a través del Cepredey. 

No sólo es hablar, hay que actuar, no sólo decir amo el teatro regional. Seguiré esta lucha que lleva seis generaciones en mi familia, y a todos los que invierten su tiempo, su esfuerzo, su patrimonio, y su amor por el teatro regional, mis respetos y aplausos.