El temor mexicano

Desde que se dio a conocer al nuevo presidente de los Estados Unidos, se le ha dado mayor importancia a lo que sucede en el país vecino que en el nuestro...

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Desde que se dio a conocer al nuevo presidente de los Estados Unidos, se le ha dado mayor importancia a lo que sucede en el país vecino que en el nuestro, incluso los dramaturgos no han faltado con sus lamentos: “Ya no podremos irnos de compras”, “todo va a subir de precio”, “¿qué va a pasar con México?”, “¿qué va a pasar con el TLCAN?”.

La realidad es que ante lo que está sucediendo hay soluciones que nadie ha tomado en cuenta. Una de las más importantes es generar producción interna, invertir en las fábricas de México, modernizar maquinaria y equipo; como consecuencia tendremos mayor generación de empleos, mejor calidad de vida, sueldos mejor pagados y, ahora sí, tantas promesas electorales de manera indirecta se podrían ir cumpliendo, pues la pobreza se iría reduciendo si los productos que se van a llevar a la casa de los mexicanos son hechos por mexicanos en tierra mexicana.

En semanas pasadas hemos comentado la importancia del consumo local, creo que el tiempo está llegando. 

Otra de las grandes incógnitas que se presentan es qué va a pasar con las importaciones desde los Estados Unidos. 

La respuesta es sencilla: las últimas décadas la mayor importación se ha hecho de ese país, entre otras cosas por tener fronteras terrestres y por supuesto por ser una nación vecina con la que existe un Tratado de Libre Comercio con excelentes beneficios arancelarios. Pero no todo está acabado si Trump decide retirar a los Estados Unidos o renegociar el TLCAN; hay muchos países que tienen interés por hacer negocios en México, a lo mejor su cercanía no es la óptima, pero tanto la importación de productos como la exportación de manufacturas mexicanas serían benéficos para ambas partes. 

No todo depende de los Estados Unidos, en los momentos de crisis es cuando mejores soluciones y decisiones se toman y por lo general son para un beneficio mayor. No permitamos que discursos racistas, “prepotentes” y agresivos nos vengan a opacar, sino que nos hagan demostrar que somos lo suficientemente autónomos para seguir creciendo, salir adelante y fomentar nuestra economía. Que no te asusten.

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