De terror

El aedes aegipty devoró un poco de mi sangre y me ayudó a comprender lo que mis pacientes sienten y lo que juntos como sociedad debemos vencer.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Ese domingo, llegó aquel monstruo de incómodo zumbido; de repente sentí al demonio entrar en mí. Era un dolor infernal que destrozaba mi alma, que calaba mis huesos de una manera tan exquisita como el sabor del pib. Aquel monstruo negro de rayas blancas había dejado en mí un intenso dolor de cabeza que mientras intentaba relajarlo se acrecentaba con incontrolables temblores por todo el cuerpo: el termómetro marcaba 38 grados Celsius. 

A la mañana siguiente, a las 4 a.m., sonaba mi acostumbrado despertador indicando que era hora de acudir a la guardia de urgencias, apenas ponía un pie en el helado suelo cuando sentí cómo mi cuerpo me empezaba a traicionar y aquel monstruo negro de rayas blancas no me permitía caminar. Asustado, con muchos diagnósticos en mente, acudí con el médico que pese a los fuertes dolores dijo que era solamente un resfriado que a mi pobre nalga le costó un par de inyecciones para poder seguir trabajando.

Finalizó la horrenda guardia y pareció que mi vida también, me tomaron muestras de sangre, me nebulizaron y mientras tanto un residente me torturaba como un satanás que sin piedad ordena realizar sus mandados, a lo cual me negué. Pedí que me envíen a casa y me lo concedieron al ver que no podía más. Llegó el día siguiente, regresé al trabajo con puntos finos rojos de la maldición que caía en mi ser, llamando ahora sí la atención de los galenos, quienes comprendían por fin mi malestar.

Ese monstruo de la prehistoria me había atacado, el aedes aegipty había devorado un poco de mi sangre ayudándome a comprender lo que mis pacientes sienten y lo que juntos como sociedad debemos vencer. Así que, amigo lector, que tu magia no se pierda en estas épocas de terror; cierra tu puerta, pon miriñaques y “échale flit”, no vaya a estar este monstruo llamado dengue, zika o chikungunya rondando por tu casa o, peor aún, que ya esté dentro. Qué miedo.

Lo más leído

skeleton





skeleton