¡Tiburón inversionista a la vista, bañista!

No estaría mal aclarar que de seguro lo que se pretende es normalizar, legalizar, algo que ha ocurrido en la realidad desde la partida del Ypiranga.

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Hay coyunturas que triunfan, y esta triunfó. Mientras el gobierno federal se debate entre pedirle a Kim Jong-un refuercitos para aplicarles a los maestros de Guerrero una lección ejemplar o dejarlos que se radicalicen hasta que cunda la autofagia y la lógica del bonzo, don Manlio Fabio Superstar propone que los extranjeros puedan adquirir propiedades en las zonas de playa. ¿Más?

Gran idea, sería bonito ver, por ejemplo, que la Cassez pusiera una cabañita en Caleta-Caletilla, aunque, claro, los indignados de siempre saldrán con que esta es una cortina de humo para la cortina de humo del atentado a Ricardo Monreal, en vez de alegrarse de que por primera vez la PGR desactivara un acto criminal.

Si bien es cierto que ya hay que quitarnos los atavismo medievales como afirma el senador priista —pronto los choznos de don Plutarco van a querer prorratear hasta las garantías individuales—, no estaría mal aclarar que de seguro lo que se pretende es normalizar, legalizar, algo que ha ocurrido en la realidad desde la partida del Ypiranga.

Digo, en Kafkapulco, Cancún, Los Cabos y varios más hay hoteles donde si no hablas inglés te mandan con el sheriff Arpaio, no se diga zonas de playa en las que si no tienes aspecto de springbraker, te deportan.
Igual que unos congresistas de origen cubano, de esos que bailan al son de los Estefan, que quieren deportar a Beyoncé porque andaba en Cuba. O sea, defienden cual guaruras a Yoani Sánchez, la melodramática bloguera, y al mismo tiempo presionan a la superestrella como si fuera la época del desembarco en Bahía de Cochinos.

Podría asegurarles que esa tremenda criatura no fue a La Habana a organizar complós con los Castro, si no, en todo caso, a saber de dónde son los cantantes.

Como quiera que sea, si esto llega a prosperar, la venta de garage de rinconcitos donde hacen su nido las olas del mar para que las palmeras se emborrachen con Budweiser y no de sol... lo siento por los trabajadores de la industria de los prestanombres que sin puritanismos han servido para las patrióticas y tiburonescas inversiones extranjeras.

Para tranquilizar a los machos chovinistas y aun así crecer a la cifra mágica del 6%, quizá se debería buscar la inversión nacional de altísimo nivel y compromiso social. Y quién mejor que la familia de ese noble charrazo sindical de Pemex, Carlos Robero Deschamps, que tiene asegurado que los orgullos de su nepotismo lleguen al 2999, en calidad de aviadores donde cobran hasta las mascotas. 

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